Qué es la deflación y como afecta la economía
Al contrario de la inflación, la deflación es un fenómeno económico caracterizado por una caída generalizada y sostenida de los precios de bienes y servicios. Aunque de entrada puede parecer una buena noticia para los consumidores porque aumenta su poder adquisitivo, puede tener consecuencias negativas para la economía.
La inflación es un concepto económico vinculado a la evolución del Índice de Precios de Consumo (IPC) que prácticamente todo el mundo sabe qué significa, ¿pero qué sabemos de la deflación? Contrariamente a la inflación, la deflación o inflación negativa es un descenso generalizado y sostenido —como mínimo dos semestres— de los precios de bienes y servicios.
Una deflación suele estar asociada a crisis y recesiones económicas. Se produce cuando la oferta de bienes y servicios en una economía es superior a la demanda, provocando que las empresas se vean obligadas a reducir precios para poder vender la producción y evitar acumular grandes cantidades de stocks.
De buen principio, una bajada generalizada de precios nos puede parecer una cosa positiva, puesto que se producirá un ajuste de precios que favorecerá a los consumidores. Es decir, si se mantienen los sueldos, aumenta el poder adquisitivo de las personas. Pero también puede generar un círculo vicioso de bajada de precios, provocando una reducción del gasto y haciendo que el consumo y la inversión se estanquen, lo cual supondría un menor crecimiento económico y un aumento del paro.
Efectos negativos de una deflación en la economía
Una deflación puede desincentivar el consumo: si pensamos que el precio de un producto continuará bajando, pospondremos nuestra decisión de compra esperando un mejor precio. Por lo tanto, si esta creencia se mantiene en el tiempo y todos los consumidores posponen sus decisiones de compra, las empresas se verán forzadas a seguir bajando los precios de sus productos por la carencia de ventas. Este efecto es el que se conoce como espiral deflacionista.
Esto comportará menos beneficios por las empresas, que tendrán que reducir costes, por lo cual tenderán a rebajar los salarios de sus empleados o, despedir trabajadores, provocando un aumento de la desocupación. Así pues, una deflación puede crear o empeorar una recesión, desencadenando crisis económicas de larga duración.
Por otro lado, los precios de los activos, como las acciones y los inmuebles, también pueden caer durante periodos de deflación, afectando negativamente el patrimonio neto de los individuos y las empresas. Este efecto puede provocar que sea más difícil hacer frente a las deudas, al aumentar la carga real de estas, lo cual podría llevar a familias y empresas a no poder hacer frente a sus obligaciones.
Es por eso que los bancos centrales se marcan como objetivo la estabilidad de precios en su política monetaria y con el control de la oferta de dinero, buscando una inflación en torno al 2%. Medidas que ponen en práctica a fin de mitigar la posibilidad que se produzca una deflación y así evitar que se tenga que inyectar dinero en la economía para aumentar la oferta monetaria, reduciendo el valor del dinero, para que suban los precios.
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Gràcies per l informació.
Gràcies a tu, Miquel, per ser-hi i per seguir-nos!!!