La importancia del elogio sincero en las empresas
Cuando somos pequeños, reforzar lo que hacemos bien, se considera básico, y todos los padres y madres lo intentamos hacer con nuestros hijos. Pero nos vamos haciendo mayores, y vamos entrando en una sociedad y unas empresas donde el elogio, a veces, se observa con cierta distancia y suspicacia. ¿Por qué hemos creado este vínculo enfermizo entre el elogio y la falta de sinceridad?
“- ¿Qué quiere de mí, que me halaga tanto? Seguro que me quiere pedir algo.” Parece que hemos creado un divorcio entre dos palabras: elogio y sinceridad. Si te digo “inútil” soy sincero, pero si te comento que lo has hecho muy bien, me miras con cara de sospecha. Mirado así, ¿cómo podemos girar la tortilla? Una verdad universal (o casi universal, siempre hay gustos para todo), es que nos gusta que nos elogien. Otra verdad universal es que nos gusta más la sinceridad que la hipocresía. Otra constatación empírica es que el elogio crea en la persona que lo recibe la sensación de que todo puede ir mejor. Le hace creer en él, lo hace sentir optimista. Pero, ¿y en cuanto a las empresas? ¿Se puede utilizar de la misma manera?
El elogio como trabajo que fomenta la productividad
Me gustaría centrarme en ciertos estudios que han mostrado resultados contundentes, encontrando que el elogio hace que el trabajador esté más contento y sea más productivo. ¡Qué novedad! Esto ya lo sabíamos. El problema es ver que lo vinculamos con la hipocresía. A consecuencia de este hallazgo organizativo, algunas empresas aconsejan a los directivos decir a los trabajadores lo buenos que son. Imaginemos un caso en el que, tras elogiar a derecha e izquierda a todos, enviamos a un cierto grupo de trabajadores un frío e-mail, comunicando que los despedimos. ¿Cómo liga esto con el elogio anterior? ¿Es esta la manera de despedir a quien valoramos? Aunque reducir la plantilla se encontrara justificado, alguien valorado de verdad, seguramente merece otro trato. Este trabajador y los que se queden, después de esta experiencia, se tomarán los elogios de manera diferente. De hecho, promover recetas empresariales a corto plazo, como es querer conseguir que los trabajadores estén contentos y produzcan más, diciéndoles elogios, porque sí, y no porque se los merecen, lleva atada la hipocresía. Y refuerza la idea de que cuando se me dicen cosas buenas es porque se quiere algo de mí.
Más importante que discutir las bonanzas del elogio “sí” o el elogio “no”, sería bueno entrar en un debate de productividad a largo plazo: elogio cómo y elogio cuando. Que las buenas palabras proliferen lo mismo si toca o no, agrava el problema de que en general a quien las dice se le ve como un hipócrita. Y nos aleja del bienestar real que produce recibir elogios. Solo nos dispensa una escasa alegría a corto plazo, pero si llegado el momento, los hechos nos hacen notar que todo era falso, nos volveremos sarcásticos y desconfiados de aquellas buenas palabras que tanto necesitábamos.
Elogiar no es igual a “perder autoridad”
Cuando a alguien le dan un cargo de responsabilidad por primera vez y en caso de que tenga personas a su cargo, la duda que le surge es cómo puede conseguir que las personas lo tomen en serio e implicarlos en el proyecto. Algunos optan por pensar que son de muy buena fe, y, por lo tanto, que tendrá que mostrar una cara artificial y dura hacia sus subordinados. Otros optan para ser todo lo contrario, dejar hacer todo lo que el trabajador quiera y ser una cabeza “bonachón”. Lo que esconden las dos opciones es una falta de experiencia, una falta de aceptación y madurez de cómo somos y de cómo llevamos el hecho de mandar y ser mandados. Dirigir equipos de personas, quiere disciplina personal y haber profundizado y querer continuar profundizando en el autoconocimiento de cada uno y en la empatía hacia los demás. Y esto implica saber valorar la calidad de tu equipo humano y cuando hay que reconocer un buen trabajo hecho.
Para conseguir un buen clima y trabajadores motivados, las empresas necesitan promocionar el elogio, pero por motivos no instrumentales. Y más ahora, que muchas personas que tienen trabajo, tienen miedo de perderlo, y pueden perderlo, aunque no merecerlo. Detrás el elogio, encima y debajo, debería haber sinceridad y autenticidad. Las personas notaríamos que se cree en nosotros. ¿Y eso cómo se hace? Pues vinculando este elogio a cosas concretas, que sean constatables. Y no contradecirlo con hechos que maltraten a los trabajadores. Y complementarlo con otros hechos que lo sostengan.
Ser humano significa también recibir buenas noticias de los que nos rodean, sobre nuestras cualidades y resultados, y notar que estas personas creen de verdad en nosotros; que no quieren meramente instrumentalizarnos para que seamos una herramienta más al servicio de sus objetivos. Todos ganaríamos y aprenderíamos desde una actitud más cercana a nuestra naturaleza humana, tan necesaria de fomentar en tiempos de redes sociales.
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👏👏👏 Cal, un tracte sincer, bassat en el bon clima constructiu👍
👏
Gràcies, Daniela!!!
tota la raó Albert
Gràcies, Manel!!!
Malauradament són pocs els directius i comandaments intermitjos que tenen això interioritzat. Molts cops es percep com un signe de debilitat, ans al contrari. Cal seguir avançant en aquesta línia per transformar realment les organitzacions
No totes les empreses ho veuen així encara, però la forma en què es transmet la informació, o fins i tot la pressió, es reflecteix en els resultats finals, per tant gestionar-ho correctament és pràcticament una qüestió estratègica. Encara queda feina per fer!
Elogiar per fets concrets pot ser beneficiós per al treballador i per l’empresa
Sens dubte! És la base per crear un ambient de treball sa i on poder créixer.
Molt bon article, tindria que fer-li arribar a mes d’un cap.
Gràcies Manel! 😉
👍
Gràcies, Joan! Ens veiem per La Plaça!
Excel·lent explicació a «Per què hem creat aquest vincle malaltís entre l’elogi i la manca de sinceritat?»
👍