Los Reyes Magos, una historia verdadera

La festividad de los Reyes Magos es la celebración más conocida del ciclo navideño. Y, en cambio, solo el evangelio de San Mateo da noticias específicas de estos prohombres, pero de manera bastante enigmática. Ni siquiera concreta los nombres, el número o la procedencia exacta. Entonces, ¿cuál es la historia verdadera de los Reyes Magos? 

 

Empecemos fijándonos bien en cómo San Mateo introduce a los Reyes Magos en su evangelio. Primero, asegura que Jesús nació en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes y, después, relata la aparición de los magos de la siguiente manera: “Poco después llegaron a Jerusalén unos magos que venían de Oriente y que preguntaron ‘¿Dónde es el rey de los judíos, que acaba de nacer? Hemos visto allá en Oriente su estrella y venimos a postrarnos ante él’”.

De hecho, la noticia, nos dice San Mateo en el evangelio, “turbó mucho al rey Herodes, y con él a toda Jerusalén”. Es así que Herodes deja ir a los magos, pero les pide que, antes de volver a sus pueblos, le informen del lugar exacto dónde ha nacido el niño, de forma que también él pueda ir a adorarlo. Pero los magos parece que no cumplieron con la palabra dada a Herodes…

El evangelio dice que los prohombres continúan su camino, siempre siguiendo la estrella, hasta que justo se para en el punto donde se encuentra Jesús. Entonces, San Mateo narra: “Y entraron en la casa, vieron al niño con María, […] se postraron ante él y abrieron los cofres que llevaban para ofrecerle presentes de oro, incienso y mirra. Y como un sueño les advirtió que no tenían que volver a ver a Herodes, volvieron a su país por otro camino”. Después de esto, no se vuelve a hablar nunca más de ellos.

La maraña que envuelve la historia

Si analizamos cuidadosamente la narración evangélica de San Mateo, rápidamente nos damos cuenta de que en ningún momento se nos dice que fueran tres personajes, pero, en cambio, sí que nos dice que “unos magos” dejaron tres regalos (el oro, el incienso y la mirra). Tampoco se nos concreta el punto exacto del encuentro. Y lo más sorprendente de todo: en ningún momento se nos especifica el estatus de rey de estos personajes.

Si buscamos más información canónica —la oficial— sobre estos personajes, en ninguna parte encontramos más contenido. Aun así, si vamos al otro evangelio que narra el nacimiento y la infancia de Jesús, el de San Lucas, en ninguna parte se citan los magos, ni la matanza de inocentes, ni la huída a Egipto. En cambio, San Lucas sí aporta detalles sobre la anunciación, el traslado de José y María embarazada en Belén, para inscribirse en el censo ordenado por el emperador romano Augusto, la adoración de los pastores y el nacimiento de Jesús en un establo. 

Por lo tanto, el Nuevo Testamento ofrece versiones de Navidad muy diferentes que, con la maduración del paso de los siglos, con aportaciones intencionadas e interpretaciones sesgadas, han acabado configurando el fantástico y trenzado relato que conocemos. No tenemos que perder de vista que por el camino también se le fueron añadiendo nuevos personajes, como el buey y la mula, que el papa Benedicto XVI ha rechazado públicamente, o el cuarto rey mago y otras invenciones.

“Si la palabra original en griego fue traducida de una palabra del persa antiguo, ‘maguusha’, entonces el significado sería: sacerdote. ¡La más probable!”

¿Magos quiere decir mágicos?

La pregunta, pues, que nos sugiere el relato inicial es: ¿por qué Mateo hace aparecer a estos curiosos personajes? El hecho importante y a tener muy presente es que el evangelio original de San Mateo fue escrito en griego, manuscrito del cual no nos ha llegado hasta nuestros días. Solo disponemos de la versión traducida al latín por San Jerónimo, pero ya en el siglo IV.

Si seguimos analizando el texto, la clave de todo reside en la palabra “mago”. ¿Es esta la palabra empleada en el texto original escrito en griego? Y entonces nos asalta otra pregunta bastante inquietante: ¿qué significaba ser un mago en el contexto en el cual se escribe el evangelio?

La etimología histórica nos ofrece dos posibilidades. Si la palabra original escrita fuera en griego “μάγο”, sería usada con una connotación peyorativa. Una expresión dirigida a definir brujos, interpretadores de sueños, encantadores, practicantes de ritos oscuros e, incluso, charlatanes. ¡Parece que no es el caso! En cambio, si la palabra original en griego fue traducida de una palabra del persa antiguo, “maguusha”, entonces el significado sería: sacerdote. ¡Seguramente, la más probable!

Por lo tanto, si seguimos por este camino etimológico, encontramos en el pasado babilónico una casta religiosa de sacerdotes persas conocidos como “magos” con un reconocido prestigio en conocimientos astrológicos y seguidores de la religión zoroástrica. Para entender todavía mejor la etimología histórica, hay que tener presente que la presencia judía en Persia fue muy notable desde la época de Nabucodonosor (siglo VI a. C.), cuando el gobernante babilónico conquistó Judá y esclavizó a los judíos. 

Estas comunidades hebreas, que esperaban al Mesías, seguramente habrían influido en la tradición astrológica persa. En el siglo VI d. C., estos magos —ahora sí, con nombre y número— fueron representados al estilo persa —principalmente por su indumentaria— en el conocido mosaico de San Apolinar el Nuevo de la basílica de Rávena (Italia).

“El análisis textual nos sitúa ante un relato puramente propagandístico: demostrar que el cristianismo era amplio, integrador de culturas y universal”

La leyenda se consolida con el canon bíblico

Tanto si la visita de los Reyes Magos sucedió como si no, llegamos al Concilio de Nicea del 325, cuando el discurso oficial de la Iglesia queda institucionalizado y se acuerda que serán solo cuatro los evangelios oficiales —Mateo, Lucas, Juan y Marcos—, que marcarán el discurso del dogma. El resto de textos, más de 70, serán considerados apócrifos, es decir, poco fiables, dado que se basan en suposiciones que no se pueden contrastar.

Es curioso porque todos estos textos fueron escritos a la misma época que los cuatro evangelios canónicos. Lo que resulta evidente es que, con el paso de los siglos, se fue forjando la teología, la liturgia y la tradición cristiana, complementadas con otros escritos que llenan los vacíos que habían dejado los textos oficiales. Fue en este proceso que fue tomando forma el relato de los magos persas.

Si rehuimos de lo fantástico y somos absolutamente racionales, el análisis textual nos sitúa ante un relato puramente propagandístico. El incipiente y moderno discurso cristiano surgido de Nicea tuvo la necesidad de demostrar que su radio de acción era amplio, integrador de culturas y dotado de una dimensión universal. El relato de los Reyes Magos cumplía con este mensaje y —no menos importante— permitía enlazar las profecías del Antiguo Testamento con el Nuevo Testamento, dado que demostraba que las sagradas escrituras no se equivocaban en el hecho que “todos los reyes venidos de todas partes se postrarán ante él”.

Tampoco es casual que se fijara en tres el número de los magos: porque es el número de la divinidad por excelencia, de la Santísima Trinidad; porque es el reflejo de las tres edades del ser humano, la juventud, la madurez y la vejez; porque son los tres continentes conocidos en aquel momento, Europa, Asia y África; y porque son las tres dimensiones del tiempo, pasado, presente y futuro.

Los pedazos que construyen la historia

Fue a partir de entonces que se empezó a crear una iconografía especial, con significados diversos. Pronto dejó de ser relevante la auténtica realidad de los personajes de Oriente y tomó importancia el simbolismo ritual de la edad media. El mundo Carolingio los convirtió en reyes. La historia dice que Federico I Barbarroja, durante la Tercera Cruzada, encontró los cuerpos de los tres reyes magos en Constantinopla y los llevó hasta Alemania. Actualmente, la catedral de Colonia conserva las reliquias de los Reyes Magos. Las órdenes mendicantes del siglo XIII aportaron a la tradición de hacer el pesebre y, la epifanía tiene un lugar destacado. El Renacimiento aportó la negrura al rey Baltasar

La larga noche del tiempo fue fijando y generando nuevos detalles sobre los Reyes Magos, los cuales impregnaron la tradición cultural europea por siempre jamás. La historia de los Reyes Magos es una historia construida a pedazos, que ha cambiado generación tras generación y que ha llegado hasta nuestros días convertida en espectáculo comercial. Y, como toda buena historia, está hecha a fuego lento.

 

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Des de temps immemorials, allò que els geògrafs grecs van definir com a Península Ibèrica, ha esdevingut el solar on s’ha construït una Història, la qual ha anat forjant diferents realitats i maneres de ser. Però amb l’esdevenir d’Espanya —a principis del XIX— diferents concepcions polítiques han cercat la manera de vertebrar-la a qualsevol preu. Per aquest motiu, alguns s’han entestat a demostrar una fictícia uniformitat històrica i territorial, pel simple fet de compartir una mateixa geografia. Catalunya ha compartit aquest solar, però la seva realitat històrica és una altra i és bo recordar-ho, ara que el debat torna a estar obert.  

 

La història tradicional d’Espanya s’ha construït d’acord amb la premissa d’atorgar un protagonisme únic a Castellaperllongada amb Andalusia i Extremadura— la qual ha estat exclusivament identificada amb Espanya. A la perifèria, especialment el llevant mediterrani i el nord-oest peninsular, se li ha permès tenir o bé un paper secundari o bé adquirir una certa rellevància de manera puntual, sobretot en els moments on la decadència castellana es feia més palesa. 

Així doncs, Castella —sempre sota una òptica negacionista— ha fet creure que existeix una “nació espanyola” i unes identitats “perifèriques” que les ha autodefinit com a nacionalitats. Però la realitat és una altra. La nació espanyola com la nació catalana o la nació basca són, existeixen, perquè són viscudes i percebudes pels qui així mateix diuen formar-ne part. Per tant, es torna a fer ús de la banalització per tal de confondre l’opinió pública i intentar evitar qualsevol procés d’autodeterminació legítim. En aquest sentit, la construcció identitària de la nació espanyola es torna ben sovint una destrucció sistemàtica de les “perifèries”, és a dir, l’espanyolisme acaba construint la seva identitat a còpia de reprimir les diferències del territori que considera nacional. 

Aquesta visió ha posat de manifest el greu problema sobre la realitat històrica d’Espanya. En primer lloc, ha evidenciat la imperfecció d’Espanya com a projecte polític atès que ha mostrat reiteradament els continus problemes d’adaptabilitat a l’estàndard occidental, sobretot pel que fa a dinàmiques d’adopció del capitalisme, el liberalisme i el racionalisme en el triple aspecte de l’econòmic, el polític i el cultural. I, en segon lloc, i encara més important, el fracàs més absolut de Castella en la seva tasca de fer d’Espanya una comunitat harmònica, plenament satisfeta amb ella mateixa i tolerant amb la resta de territoris que la componen. Si s’amaga la plurinacionalitat de l’estat, es deforma el passat.

S’ha evidenciat la imperfecció d’Espanya com a projecte polític atès que ha mostrat reiteradament els continus problemes d’adaptabilitat a l’estàndard occidental.

Esmicolant “la unitat de destí en el fet universal”

Dins del sistema escolar franquista, la historiografia es va articular en funció del concepte de “Reconquesta”, el qual es tracta d’un concepte historiogràfic —emprat encara en els currículums de secundària de Castella— que descriu el procés de recuperació —puix els musulmans no eren legítims propietaris de la geografia hispànica— del món feudal per sobre del món musulmà i jueu. Aquest procés arrencaria poc després de l’arribada dels àrabs a la península Ibèrica (segle VIII) i finalitzaria amb els Reis Catòlics (segle XV), els quals acabarien unificant “Espanya” com un Estat integral. Aquesta Reconquesta acabaria forjant “l’esperit espanyol”. 

A mitjan segle passat, un conjunt d’historiadors —a fi de legitimar els vencedors de la Guerra Civil— emprengueren la tasca de construir els arguments històrics on se sustentés el nou règim. El corpus teòric es va basar a trobar “l’essència d’Espanya”. Per tant, la historiografia espanyolista va arribar a “demostrar” que realment existien uns trets distintius de continuïtat entre el passat prehistòric fins a l’actualitat els quals defineixen aquest “esperit espanyol”.  

Actualment, les investigacions tendeixen a trencar l’homogeneïtat territorial de les províncies i mostren una predisposició cada vegada més clara a realitzar recerques que subratllin més les diferències socials i territorials, com per exemple els darrers estudis sobre els hispanogots del segle VIII, on es constaten diferències significatives entre les societats peninsulars, principalment condicionades pels hàbitats on desenvolupen les seves activitats. Les evidències arqueològiques —sense defugir de les fonts documentals— demostren fefaentment que el procés de romanització les va afectar de manera molt diferent.  

Per tant, les crisis de l’antiguitat tardana dels segles III al VIII provocarien canvis molt més profunds, els quals afectarien de manera desigual als diferents territoris peninsulars. En conseqüència, l’arribada dels àrabs a la península Ibèrica també afectaria aquestes societats de diferent manera, per la qual cosa, la idea de la continuïtat entre el regne visigot i les consegüents formacions polítiques es diluiria com el sucre.

L’arqueologia ha confirmat que la penetració del món musulmà dins el territori peninsular no va ser tan traumàtic com s’ha volgut fer creure. Les restes arqueològiques revelen que, després de la conquesta, el territori peninsular mai va ser abandonat. Per tant, tot això demostraria que molts hispanogots van professar la nova fe musulmana, no tant per convicció com per mantenir la propietat de la terra. I aquesta terra es veurà transformada per la introducció de nous sistemes de producció agrària, basats principalment en la gestió i la força de l’aigua.

Les investigacions tendeixen a trencar l’homogeneïtat territorial de les províncies i mostren una predisposició cada vegada més clara a realitzar recerques que subratllin més les diferències socials i territorials.

Deslegitimar l’origen per anul·lar la diferència 

A partir del segle IX, la majoria dels territoris peninsulars s’organitzaran com a regnes, i el rei esdevindrà el seu màxim representant. En canvi, als territoris del nord-est peninsular el comtat serà l’estructura administrativa que s’implementarà, i el comte —imposat des d’Aquisgrà— s’encarregarà d’administrar justícia, garantir l’ordre públic i gestionar la fiscalitat.

Aquest element diferenciador —com fou l’organització carolíngia del territori català— serà àmpliament combatut per la historiografia franquista a través d’una política de disminució de la seva rellevància. Per aquest motiu, se la considerarà una estructura de govern amb poca rellevància històrica i, per això es durà a terme una nul·la voluntat de difusió —tant en els cercles acadèmics com en els currículums escolars— la qual cosa afectarà el seu coneixement. 

Per tant, no ens ha de resultar estrany que aquests d’historiadors no vulguin entendre que la nostra singularitat és el resultat d’un enquadrament jurídic diferent de la matriu hispànica. El territori català serà adscrit seguint la política carolíngia de la Renovatio Imperii. Segurament, fou per aquest motiu la seva nul·la difusió, atès que l’essència d’Espanya quedava molt llunyana! 

Certament, el títol de rei és un dels càrrecs polítics més antics i coneguts. L’arrel més antiga de la paraula la trobem a l’indoeuropeu REG (regir/governar) la qual evolucionarà al llatí com a REX. En el context de les transformacions polítiques que es van succeir a partir del segle IV a l’occident europeu, amplis territoris seran governats per líders militars d’origen germànic, els quals progressivament s’alliberaran del domini de Roma i s’organitzaran com a regnes. Els nous cabdills territorials —siguin gots, francs o sueus— seguiran la seva tradició jurídica i adoptaran el títol de rex com a màxima figura política. 

Per tant, tots els sobirans peninsulars seran continuadors de la seva legalitat jurídica. Mentre que les dinasties astur-lleonesa o na­varresa o castellana continuaran utilitzant el títol de rei, el sobirà català utilitzarà el títol de comte, atès que legalment continuarà lligat a la dinastia francesa —hereva de la legalitat carolíngia a través de la família Capeta— i legitimada pel Papa, fins a la signatura del Tractat de Corbeil i ratificat al Tractat d’Anagni de mitjan segle XIII. A la pràc­tica, tots seran sobirans amb la mateixa potestat, tant si són reis com si som comtes.

El fet més paradoxal sobre la història d’Espanya —edificada a partir del concepte historiogràfic de la Reconquesta— és que es construeix a partir d’una falsa premissa com és la d’assignar una legitimitat continuadora del regne visigot vers el regne astur. 

Està àmpliament estudiada que aquesta màxima no és certa. Els experts han demostrat que les poblacions indígenes cantàbriques —siguin asturs, càntabres o vascons— sempre van mantenir una relació molt distant i bèl·lica amb el món romà, visigot, àrab o carolingi. Per tant, el seu aïllament es deuria més per un problema d’escàs enquadrament administratiu que no pas per una resistència ferotge contra uns conqueridors romans, visigots, àrabs o carolingis. En conseqüència, el pamflet propagandístic que suposen les tres cròniques d’Alfons III d’Astúries —sobretot l’Albeldense, que de fet és d’on surt el famós concepte de Reconquesta— s’han de llegir com allò que són: una legitimació jurídica davant l’opinió pública (i Déu) de l’agressió efectuada contra una part de la població hispànica que l’única cosa que tenen de diferent —respecte a la resta de la població— és que professen una religió diferent.

La història d’Espanya —edificada a partir del concepte historiogràfic de la Reconquesta— es construeix a partir d’una falsa premissa.

La voluntat d’alterar la realitat

In Dei nomine. Ego Ramirus, Dei gratia rex aragonensis, dono tibi, Raimundo [Berengario], barchinonensium comes et marchio, filiam meam in uxorem, cum tocius regni aragonensis integritate, sicut pater meus Sancius, rex, vel fratres mei, Petrus et Ildefonsus és, sens dubte, un dels fragments claus de la història de Catalunya que ha suscitat major bel·ligerància historiogràfica, sobretot per la part aragonesa. 

Aquest fragment correspon a les famoses “Capitulacions Matrimonials de Barbastre”, les quals van ser ratificades amb la “Renúncia de Saragossa” —ambdues de l’any 1137— per la qual el rei Ramir II d’Aragó, el Monjo, comunicava públicament als seus súbdits que donava la seva filla, el seu regne i els seus honors al comte Ramon Berenguer IV, comte de Barcelona, i que aquesta donació se segellarà a través del matrimoni entre el comte de Barcelona i la seva filla, Peronella.  

En conseqüència, el comte de Barcelona serà nomenat príncep hereu d’Aragó, i Ramir —tot i mantenir el títol— retornarà al monestir de Sant Pere el Vell d’Osca, d’on va sortir a correcuita per ser coronat rei. Per la seva banda, Peronella —amb tan sols un any— serà enviada a Barcelona per ser educada com a futura comtessa consort de Barcelona i reina d’Aragó. Tretze anys més tard, el comte Ramon Berenguer es casarà amb ella a Lleida, un cop va tenir l’edat legal per fer-ho, o sigui, catorze anys. Aleshores, serà el primogènit d’aquesta unió —Alfons el Trobador— qui esdevindrà la primera persona que ostentarà els dos títols —el de comte i el de rei— la qual cosa legitimarà la nova concepció política sorgida d’aquella donació. 

La realitat històrica no manipulada referma el fet que després de la “Renúncia pública de Saragossa” el regne d’Aragó quedà en un segon pla polític, atès que voluntàriament s’havia desposseït del seu valor successori, element clau al segle XII. Malgrat això, els successius comtes de Barcelona respectaran i mantindran sempre totes les institucions aragoneses, marcant l’inici de la Confederació Catalanoaragonesa. 

Per tant, és bàsic no caure en el parany polític que circula entre certs cercles espanyolistes, els quals argumenten que Peronella d’Aragó fou l’element clau que va permetre annexionar els comtats catalans al regne d’Aragó. Voler fer creure que una princesa d’un any enamori a un comte de Barcelona de vint-i-quatre anys, i que aquest —en plena expansió dels seus dominis— ofereixi els seus territoris a Aragó a canvi d’obtenir “un títol de més prestigi”, és ser un neci! I per reblar el clau, el fet de construir dues genealogies paral·leles —Alfons I de Catalunya és el mateix que Alfons II d’Aragó— demostra que existeix maldat i voluntat de tergiversar la realitat. 

La veritable problemàtica a la qual s’enfronta Aragó a principis del segle XII és la de trobar una solució jurídica al testament del rei Alfons I el Batallador, el qual havent mort sense descendència, havia donat tots els seus territoris als Ordes militars, i això va provocar un terrabastall institucional. Els castellans —aprofitant aquest buit de poder i legitimats per la repudiada exmuller del rei— iniciaren la invasió de Saragossa, seguida per la desconnexió de Navarra a través de la figura de Garcia Ramírez, conegut com el Restaurador. D’aquesta manera, Aragó quedava molt debilitada econòmicament amb el consegüent risc de desaparèixer. 

En contra del que han difós els extremistes aragonesos, la unió d’Aragó amb els comtats catalans va ser l’única sortida viable per a l’oligarquia aragonesa. Va ser l’única forma per frenar la pressió exercida, tant per castellans com per navarresos, i així poder potenciar la seva economia agrària i ramadera amb una sortida clara als mercats mediterranis.

Voler fer creure que una princesa d’un any enamori a un comte de Barcelona de vint-i-quatre anys, i que aquest —en plena expansió dels seus dominis— ofereixi els seus territoris a Aragó a canvi d’obtenir “un títol de més prestigi”, és ser un neci!

Posar els límits al poder

A finals del segle XI, una nova mentalitat aparegué dins la societat barcelonina, la qual es basà en el treball, la moral empresarial i l’amistat. Per aquest motiu, Barcelona va poder desenvolupar una forma pròpia d’acumulació de capitals, assentada en l’augment i la millora de la producció agrícola del seu territori, cosa que li permeté esdevenir l’epicentre administratiu dels comtats catalans. Les nocions de benefici, d’inversió i de capital cristal·litzen al llarg del segle XII i condueixen als comtes de Barcelona a la conquesta de les ciutats de Tortosa, Lleida i Balaguer, i a l’intent frustrat de conquerir Mallorca. 

I tot plegat serà possible gràcies a un clima d’estabilitat social que després del terrabastall polític que havien suposat les revoltes feudals, es van acabar imposant les convenientiae o pactes feudals entre iguals. A partir d’aleshores, la cultura del pacte es va anar generalitzant per tots els comtats catalans i esdevindrà una de les particularitats de la nostra manera de ser. Fruit d’aquell pacte, es redactaria la primera versió dels Usatges de Barcelona, base del dret consuetudinari català. 

De manera gradual, la sobirania catalana s’anirà repartint entre els diferents braços —comte, noblesa, clergat i ciutadans honrats— que representaran gran part de la societat. Per tant, aquesta política constitucionalista serà un dels trets distintius de la Corona que a partir del segle XIII s’anirà ampliant a mesura que es continuïn executant les polítiques expansionistes comtals. Aquests nous territoris seran configurats com a Estats, on la Corona vetllarà per a mantenir les particularitats de cada territori. Aleshores, Catalunya passarà a definir-se com a Principat, atès que la seva màxima autoritat serà la figura d’un príncep o el primer entre iguals

A diferència de la resta de territoris peninsulars —on la problemàtica del poder se centrarà sobre la sacralització— a Catalunya, el conflicte se situarà sobre el seu ús. La constant evolució del dret català acabarà atorgant poder al comte per cessió (entre iguals). Per tant, se l’obligarà a gestionar correctament la seva despesa i a respectar els diferents furs, costums, privilegis o usatges dels seus territoris. D’aquesta manera, es fomentarà el pactisme entre iguals, amb la finalitat d’equilibrar els interessos econòmics entre la noblesa, el clergat i la burgesia, a fi de mantenir l’estabilitat social.  

Com a resultat —i molt abans que els anglesos— les Corts Catalanes esdevindran el model perfecte de parlamentarisme, les quals constituiran el nucli de la tradició pactista catalana que ha arribat fins als nostres dies. Malauradament, amb la derrota del 1714 i la implantació del Decret de Nova Planta, la Confederació Catalanoaragonesa va ser fulminada i esmicolada en diferents províncies d’una nova monarquia centralitzada que governaria per a tota la península Ibèrica sense diferències legals.  

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La primera llei de Newton apunta que un objecte sempre tendeix a estar o bé en repòs o bé en un moviment uniforme i rectilini, a menys que una força externa l’obligui a alterar el seu estat. Per aquest motiu, si una força centrípeta actua sobre aquest objecte, aquest es veurà atrapat per una força invisible anomenada central. D’aquesta manera, l’objecte veurà alterat el seu moviment, modificada la seva inèrcia i se li complicarà tornar al seu estadi físic original.

 

L’economista i historiador aragonès José Larraz López, membre destacat de la Reial Acadèmia de Ciències Morals i Polítiques, va escriure el 1943 un interessant llibre d’economia titulat “La época del mercantilismo en Castilla (1500-1700)”. Pel qui va ser procurador a les Corts franquistes i ministre de Franco el 1939, tot just acabava la guerra civil —per tant, home compromès fins al moll de l’os amb la dictadura franquista— a l’hora de referir-se a la unitat d’Espanya argumentava que aquella realitat política —entre els segles XV i el XVIII— havia estat molt diferent respecte a la del seu temps. En conseqüència, no era possible parlar de l’existència d’un mateix Estat unitari —Espanya— durant totes aquelles centúries, cosa que sí que passaria a partir de l’arribada dels Borbons.

El fet és que tant Galícia, Astúries, Cantàbria, Lleó i Castella —el nucli primitiu del regne— com les tres províncies basques —Àlaba, Guipúscoa i Biscaia—, més Extremadura, Andalusia i Múrcia acabaran formant part d’un mateix cos integrat. D’aquesta manera, la part central de la península Ibèrica —l’espai que va des del litoral cantàbric fins a l’estret de Gibraltar— acabarà compartint una mateixa frontera, i els territoris seran legislats per unes mateixes Corts —les castellanes— que utilitzaran una mateixa moneda i tots plegats seguiran una mateixa política econòmica i fiscal. Perdó, menys les tres províncies basques que, ja des del segle XIV, quedaran exemptes de totes les càrregues impositives castellanes. Per tant, queda palès que la resta de territoris peninsulars —Portugal i la Confederació Catalanoaragonesa— mai van formar part d’aquesta matriu castellana.

Certament, a mitjan segle XV, la península Ibèrica estava dividida en cinc blocs polítics d’importància desigual: Portugal, els territoris de la corona de Castella, el regne de Navarra, la Confederació Catalanoaragonesa i l’emirat musulmà de Granada. De fet, a mitjan segle XV, cada un d’aquells conjunts de territoris acabaran per adquirir una personalitat molt diferenciada, i es constituiran en societats originals amb els seus costums, les seves particularitats jurídiques, les seves pròpies institucions i, fins i tot, amb la seva pròpia llengua. 

Que un historiador de l’època més fosca de la dictadura —com és en José Larraz López— serveixi per a combatre la colossal desinformació o ignorància volguda per l’espanyolisme actual hauria d’avergonyir una part de la classe política, els mitjans de comunicació —inclosos els “influencers” amagats rere les xarxes— que una vegada i una altra, des de les seves supremes tribunes no s’han cansat ni es cansaran mai de proclamar l’existència d’una Espanya unitària des de fa més cinc-cents anys.

L’oligarquia castellana —des de fa massa temps i encara que parlant català a la intimitat— repeteix una vegada i una altra el mateix error quan parlen d’Espanya com a realitat política ja des del segle XV, tot referint-se com “la nación más antigua de Europa. Si entenguessin d’una vegada per totes que des del segle XV fins a principis del XVIII, Castella va dur a terme una política de nul·la d’integració del món mediterrani —i portuguès—, i que aquesta només seria possible gràcies a l’ús de la força, combinada amb una repressió persistent i a un espoli constant dels recursos econòmics a fi de modular les seves legítimes aspiracions, segurament els ajudaria a entendre moltes qüestions que ens succeeixen avui en dia com Estat. I més concretament, els ajudaria a entendre que el projecte d’Espanya —tal com està plantejat des de l’arribada dels Borbons— és del tot insostenible.

“A mitjan segle XV, la península Ibèrica estava dividida en cinc blocs polítics d’importància desigual: Portugal, els territoris de la corona de Castella, el regne de Navarra, la Confederació Catalanoaragonesa i l’emirat musulmà de Granada.”

L’inici de les divergències hispàniques

Després de la batalla de les Navas de Tolosa —a inicis del segle XIII—, Castella s’endinsà definitivament per l’interior de la Meseta inferior, cosa que li provocà una etapa d’extrema eufòria veient les possibilitats que li oferia el nou territori. Però aviat s’adonà que, tot i tenir molta voluntat, ensopegava amb el mateix problema què havia topat Lleó a finals del segle XII. Després de la Concòrdia de Benavent —acord de compra del regne de Lleó per part de Castella— fou quan Castella —excepte el territori nassarí— adquirí pràcticament el perímetre actual. 

La Meseta inferior, amb una orografia muntanyosa i abrupta —sobretot a les zones més properes al sistema Central— disposava d’unes terres poc aptes per a l’agricultura —excepte la vall del Guadalquivir—, amb escassetat i poca qualitat de les pastures, que sumades a la forta variabilitat climàtica entre estiu i hivern, esdevenien factors massa adversos per poder prendre’n el control ràpidament. A més, cal afegir-hi tres elements encara més determinants com són la baixa natalitat de la població del nord, la nul·la mobilitat d’habitants del nord vers al sud —malgrat fomentar les pressures o repartiments territorials— i les conseqüències d’aplicar una política excessivament repressiva contra la població autòctona —argumentant ximpleries— que culminarà amb l’expulsió dels moriscos andalusos

Tots aquests factors repercutiran molt negativament en l’economia castellana perquè s’esberlarà d’arrel qualsevol activitat manufacturera i comercial, com per exemple el comerç amb l’Orient o l’Àfrica a través de l’estret. En qualsevol cas, la Monarquia —a fi de perllongar la seva política expansiva —va continuar necessitant augmentar els seus ingressos regulars, cosa que va contribuir a una situació d’extrema inflació, que va repercutir en una alteració monetària i va generar un dèficit permanent en la seva balança comercial. 

Com a solució, la Monarquia va exercir una forta pressió fiscal sobre alguns sectors de la població —com ara els jueus—, però sobretot vers els grans ramats transhumants de la Meseta superior, just en el moment que tant Flandes com el nord d’Itàlia es convertien en els grans compradors de la llana castellana. Aquest trànsit llaner havia catapultat Burgos cap a la primera línia de ciutats d’Europa i va convertir el cantàbric com un important eix marítim vers Europa, cosa que va estimular el naixement d’una indústria tèxtil. Però tot s’esvaí en el moment que els interessos de la noblesa —propietària de les terres, fonamentada en antics drets de conquesta— van prevaldre per sobre de qualsevol iniciativa privada dels llaners, cosa que va impossibilitar el floriment econòmic dels segles posteriors.  

Davant l’ofec econòmic, la Monarquia —a fi de dinamitzar l’economia— va recórrer al crèdit que oferien les comunitats jueves, assentades en les principals ciutats hispanes. Així fou com més aviat que tard tant reis, nobles com ordes militars, comunitats eclesiàstiques o “concejos” —i fins i tot particulars o “situados”, com se’ls coneixia a l’època— van acabar abusant del crèdit, la qual cosa va esdevenir a la llarga un veritable problema intern. Davant el fort endeutament del tresor públic castellà, la Monarquia —a conseqüència de la generalització d’impagaments— va iniciar una reforma del seu sistema financer, encara que el veritable desllorigador fou la promulgació de l’Edicte de Granada —també conegut com a Decret de l’Alhambra— pel qual els Reis Catòlics decretaven l’expulsió de tots els jueus dels territoris hispans, cosa que va suposar obtenir grans béns a la Monarquia a curt termini. 

Pel que fa a la resta de territoris peninsulars —sobretot el món mediterrani i el món atlàntic portuguès—, van saber trobar en el mar una palanca de creixement que els va permetre continuar amb les seves polítiques expansives. Per exemple, la burgesia comercial catalana va saber aprofitar les conseqüències de la guerra amb França —la famosa croada de Felip l’Ardit— per a potenciar la seva indústria manufacturera. La creació dels Consolats de Mar i l’ampliació d’antigues rutes marítimes —iniciades al segle X— foren els mecanismes de penetració que aprofità la Confederació Catalanoaragonesa per a satisfer la demanda que tenien els seus productes —draps, eines de ferro, coralls, cuirs, espècies o esclaus— tant en els mercats peninsulars —Lisboa, Donostia, Bilbao o Sevilla— com en els mercats estrangers de Sardenya, Sicília, Bruges, Constantinoble, Tunis o Alexandria. 

 

Un territori format per “persones lliures”

Des de l’inici de l’expansió feudal —a inicis del segle IX—, els territoris del nord-oest peninsular es van configurar sota la fórmula juridicoadministrativa del “dominium”, fonamentada en el dret romà, cosa que significava que el titular de la propietat de la terra era un “dominus” o senyor. Per tant, el rei o el comte —màxima figura en la piràmide social— des del principi va esdevenir el propietari final —directament o indirecta— de totes aquelles terres que s’anessin expropiant. 

Hem de tenir present que cap senyor tindria el menor interès a posseir terres, aigües, ramats o molins si no hi haguessin pagesos capaços d’organitzar processos de treball estables que propiciessin la conversió de l’esforç en una renda. Per tant, amb la creació de l’Extremadura a partir del segle IX, la política expansiva castellanolleonesa es va executar per mitjà de les comunitats de “villa y tierra”, les quals esdevindrien l’element clau d’organització politicojurídica dins dels “nous territoris expropiats”. D’aquesta manera, el paisatge de la Meseta fou articulat a partir de la fundació d’un seguit de viles majors —emmurallades i amb representació a les Corts castellanes— de les quals depenien sis o vuit llogarets sense muralla situats al voltant de la vila principal. 

Per als senyors, el veritable perill pivotava en l’existència —dins d’aquell vast territori— de comunitats pageses lliures que escapessin d’aquella nova jurisdicció. Per aquest motiu, van crear mecanismes que suposessin un endeutament brutal d’aquelles comunitats de “villa y tierra” a través de les famoses cartes de poblament o “asentamientos” i dels contractes de “presura”, amb la finalitat que perdessin tota possible mobilitat, quedessin adscrits a la terra i, d’aquesta manera, asseguressin el retorn dels deutes contrets. 

I com que la vida del rei era tan “sacrificada” —encara avui ho és quan es permeten el luxe d’anar a caçar elefants— aquests acabaven cedint les terres pels serveis prestats a altres senyors, entitats eclesiàstiques o monestirs. Per tant, depenia de qui era el rendista final —o sigui, el propietari— que les terres eren conegudes com de reialenc, si era del rei; d’abadenc, si era d’un abat o d’un bisbe; de “solariego”, si era d’un noble o un orde militar; o de “behetria”, si eren els mateixos vilatans qui escollien el senyor. A la llarga, tota aquesta tipologia de propietats contribuirà a la formació dels grans latifundis “messetaris” —conegut com el procés de senyorialització— que a partir del segle XIV propiciarà la concentració de molt de poder, tant econòmic com territorial, en una part molt ínfima de la població castellana.

«A partir del segle IX, la política expansiva castellanolleonesa es va executar per mitjà de les comunitats de “villa y tierra”, les quals esdevindrien l’element clau d’organització politicojurídica dins dels “nous territoris expropiats.”

Cap a una nova concepció de l’Estat

A finals del segle XV, el món castellanolleonès acabarà “expropiant” uns 385.000 km² de terres —entre la Meseta superior i la inferior—, en les quals hi viuran prop de quatre milions i mig de persones, inclosa la població nassarí. I a la resta de la península, la població estarà repartida de la següent manera: als territoris de la Confederació Catalanoaragonesa hi viuran prop de nou-centes mil persones en uns 110.000 km²; unes cent vint mil persones viuran en 11.000 km² a Navarra; i a Portugal un milió de persones viuran en 88.000 km². 

Castella, encara que era el territori amb més extensió de la península Ibèrica, va continuar experimentant continus problemes econòmics i demogràfics, principalment empès pel procés de consolidació de la senyorialització, en detriment de l’esgotada economia expansiva, la qual s’havia basat en l’expropiació indiscriminada de terres i la reassignació de propietats a través de la coerció física. 

Aleshores, durant la segona meitat del segle XV, la Monarquia castellana va iniciar un procés de transformació econòmica a través d’una reforma monetària i fiscal, cosa que li va provocar un important desajustament social, fins al punt que va acabar repercutint directament als interessos nobiliaris. D’aquesta manera esclataran importants aldarulls per tot el regne i, en veure’s incapaç de calmar els ànims, la Monarquia aplicarà una política de satisfacció senyorial a través de l’oferiment de més terres, més drets i més pensions vitalícies a costa de l’erari públic i finançat mitjançant un impost especial sobre la població de les ciutats comuneres. I per reblar el clau, a principis del segle XVI, les principals Comunitats de Castella es veieren obligades a assumir un considerable impost per a cobrir la compra del títol Imperial —per part de la família dels Habsburg— cosa que desembocà en la famosa Revolta dels Comuners. 

Tanmateix, aquesta política va tenir un impacte insuficient a l’hora d’aplacar les ambicions senyorials, cosa que va fer aflorar l’existència d’una divisió encara molt més profunda en el si de l’aristocràcia castellana. Aviat es va palpar l’existència de dues faccions políticament antagòniques: per una banda, trobem les famílies dels Pacheco, Villena o Girón, els quals eren partidaris de prendre part més activa en les grans decisions polítiques del regne i, per tant, veien necessari afeblir la Monarquia per a controlar-la. I per l’altra, hi havia els Santillana o els Mendoza que entenien que havia arribat el moment d’abstenir-se del poder, perquè la Monarquia —edificada sobre una nova concepció d’Estat— era qui havia de garantir l’estabilitat del regne a fi d’assegurar els seus privilegis senyorials in saecula saeculorum

Després de la Guerra Civil castellana (1475-1479), els dos territoris més extensos de la península Ibèrica —el regne de Castella i la Confederació Catalanoaragonesa— crearen plegats una nova entitat política coneguda amb el nom de Monarquia Hispànica, a la qual aviat li sumarien Granada (1492), Portugal (1497) i Navarra (1512). Aquell nou estat dinàstic fou configurat amb la unió de només dos elements clau: l’exèrcit i la política exterior. Per a la resta d’elements que configuraran l’Estat modern, com ara fronteres, monedes, lleis i institucions, romandran totalment separats. 

D’aquesta manera, la configuració i repartiment del poder —acordat a la Concòrdia de Segòvia per ambdues parts— es va estructurar de la següent manera: mentre Castella s’articularà segons l’autoritat sacralitzada de la reina i sempre per sobre de la noblesa i l’església —gràcies a una eficaç política d’endormiscament de les Corts—, la Confederació Catalanoaragonesa s’organitzà al voltant de la Constitució de l’Observança, la qual obligarà sempre al rei a governar i pactar d’acord amb les lleis del Principat. 

A la llarga, Castella oferirà menys resistència als monarques hispans, cosa que no passarà dins la Confederació Catalanoaragonesa, la qual respectant totes les seves realitats juridicopolítiques, acabaran limitant les iniciatives no pactades entre els diferents braços —comte-rei, noblesa, clergat i ciutadans honrats— que representaran part de la societat confederada. L’historiador John Elliott en el seu famós llibre “Imperial Spain (1469-1716)” molt encertadament ho va definir de la següent manera: els sobirans espanyols (castellans) eren reis absoluts a Castella i monarques constitucionals a Aragó (Catalunya).  

“Els sobirans espanyols (castellans) eren reis absoluts a Castella i monarques constitucionals a Aragó (Catalunya).”

L’imperi inconscient

Només l’atzar i els alisis conduïren els primers navegants de la Confederació Catalanoaragonesa a la zona més poblada del continent americà. Des del principi dels viatges cap a l’oest, els primers navegants van tenir la certesa i la consciència que allí on havien arribat no eren les Índies Orientals, sinó que es tractava d’un territori completament diferent. I en adonar-se d’aquest fet, la Monarquia castellana va desplegar tota la seva moderna maquinària jurídica i administrativa per a posseir-lo legítimament. Sense encomanar-se a ningú i per dret de conquesta, la Monarquia va tornar a adjudicar-se la propietat d’aquells territoris tot ignorant la població autòctona. 

El descobriment d’importants jaciments de metalls preciosos —entre Mèxic i el Perú— propiciarà la fundació o refundació d’importants ciutats americanes, les quals adquiriran un altre rol territorial a fi d’assegurar importants fluxos regulars de riquesa vers Castella. Per tant, actuant com a nou-rics, Castella gastarà una quantitat indecent de recursos econòmics per a construir el seu concepte de civilització, fonamentada en el catolicisme. Aquesta obsessió —de vegades incontrolada— els portarà a embarcar-se en infinitat de conflictes de tota mena, com ara: disputes teològiques, conflictes familiars, afers comercials o fastuoses construccions megalòmanes.       

Però a principis del XVII, les mines americanes començaren a mostrar signes d’esgotament, cosa que s’accentuarà a mesura que avança el segle. Davant d’aquesta desacceleració, i a fi de mantenir el mateix ritme de despesa, la Monarquia recorrerà al préstec de bancs alemanys —els Fugger o els Welser— i la banca genovesa dels Spínola, Centurione, Balbi, Strata i, sobretot, Gio Luca Pallavicino. Aleshores, es veurà obligada a apujar els impostos i a exercir una pressió fiscal sobre el conjunt de tota la societat hispànica. Recordem la famosa “Unión de Armas” del Compte-Duc d’Olivares. Davant d’una allau generalitzat d’impagaments, l’Estat entrarà en un procés de successives bancarrotes (1627, 1647, 1652 i 1662), cosa que contribuirà a projectar-li una imatge molt desfavorable davant la resta de cancelleries europees. 

La història d’Espanya encara avui continua estigmatitzada per una “llegenda negra” concebuda entre els segles XVI i XVII —tant pels luterans de Wittenberg com pels holandesos de Dillenburg—, la qual buscava esmicolar la seva hegemonia al món. Posteriorment, a fi de controlar les matèries primeres de les colònies castellanes i portugueses, els anglesos amplificaran la propaganda protestant, com a element clau de desprestigi davant les elits colonials, cosa que els ajudaria a iniciar i finançar els processos d’independència de les colònies hispanes al llarg del segle XIX.

 

La deriva borbònica

De manera reiterada, Castella —i després Espanya— s’ha trobat sempre davant d’un perillós cercle viciós, en el qual la despesa contreta per l’Estat ha estat excessiva, i ha necessitat augmentar contínuament els impostos per a equilibrar els ingressos, cosa que l’ha portat —de manera perllongada en el temps— a una desmesurada pressió fiscal sobre el conjunt de la població. 

Amb l’entrada dels Borbons —després d’una llarga campanya de desprestigi contra els Àustries— els problemes econòmics es van agreujar quan, a través de la utilització de continus préstecs, représtecs, negociacions i renegociacions, aquests només serviren per a satisfer la seva “grandeur” personal, en detriment de la modernització de la societat d’acord amb l’esperit il·lustrat que imperava a tot Europa. 

Els Borbons sempre van ser conscients que l’única manera de sustentar econòmicament tot el regne hispànic era annexionant tots els territoris peninsulars i, d’aquesta manera, configurar un nou hexàgon geopolític, similar a l’hexàgon francès. Però això no fou possible perquè des de finals del XVII Portugal ja no formava part de la Monarquia Hispànica, encara que s’intentarà annexionar-lo en tres ocasions durant el XIX i XX. Per tant, els esforços només es van poder centrar sobre els territoris del Llevant peninsular que, primer amb la guerra de Successió i després amb els Decrets de Nova Planta, va permetre als Borbons vincular sectors productius —mestres artesans i mercaders— al nou sistema centralista. En conseqüència, aquesta fidelització vers els Borbons els va permetre —als afins al nou règim— accedir als grans contractes públics, cosa que els va abocar cap a una dependència absoluta del nou sistema centralista la qual acabarà teixint una xarxa de corrupció generalitzada en tots els nivells de la gestió pública.

D’exemples no en falten, com quan a principis del segle XIX la reina Maria Cristina —vídua de Ferran VII— va lliurar el poder als liberals espanyols, que a la vegada pactaren amb la burgesia industrial catalana per a forjar una interessada aliança política i socioideològica que es materialitzaria amb la institució d’un sistema proteccionista. D’aquesta manera es dilapidava la tradició mercantil catalana i es traïa l’esperit del 1705, perquè la negativa borbònica vers el lliure mercat del Principat amb Anglaterra i els Països Baixos —els seus principals socis comercials— va iniciar tot el procés que convergiria en l’11 de setembre de 1714.  

Tampoc amb la instauració del “règim democràtic del 78” la cosa va millorar pels interessos del Llevant peninsular. De fet, les seves conseqüències les patim diàriament els catalans, valencians i balears quan any rere any aportem xifres monstruoses dels nostres PIB a les arques de l’Estat en pro d’una “centralitat solidària” i recordem-ho, amb el vistiplau de polítics, industrials i banquers. I la història continua fins a l’actualitat, quan després d’una dècada políticament i social intensa, l’Estat acaba de proposar-li a Catalunya —aviat també se li proposarà a València i a les Illes— un finançament singular, segurament condicionada per una gran solidaritat. En fi!

La història ja va advertir Felip II quan visità per darrera vegada el seu pare, l’emperador Carles d’Habsburg, al monestir de Yuste quan li va aconsellar que si volia augmentar l’imperi, calia que situés la capital a Lisboa, perquè això significaria lligar-lo amb el Nou Món; si volia conservar-lo, la situés a Barcelona, és a dir, entroncar-lo amb la tradició clàssica; i que si volia perdre’l, situés la capital a Madrid. I, efectivament, Madrid va ser la capital més mal comunicada d’Europa fins a començaments del segle XX quan, gràcies al desenvolupament de les línies aèries i la construcció dels pantans, es va aconseguir dinamitzar aquella solitud enmig de la Meseta castellana. 

Tornem a Newton. I com passarem d’una força centrípeta cap a una força centrífuga? Doncs aquesta només serà possible si existeix una acceleració tangencial que permeti variar el mòdul de velocitat de l’objecte i, d’aquesta manera, podrà tornar al seu estadi físic original. Per tant, serà la innovació tecnològica qui provocarà una acceleració del moviment econòmic que aprofitant-se de “l’Open Banking” i “l’Embedded Finance” esdevinguin la força tangencial que possibiliti retornar al nostre estadi original? Aconseguir-ho està a les nostres mans! 

 

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El mapa polític de l’Europa de finals del segle XV es configura després d’infinitat d’esdeveniments socials, polítics i econòmics de caràcter conflictiu ocorreguts durant el segle anterior i amb una població reduïda a menys del 50% a causa de la Pesta Negra. La nova geografia política sorgida d’aquest procés mostrarà una gran varietat de formes institucionals del poder. Al costat de les dues herències del Baix Imperi cristià —el Sacre Imperi i el Papat—, les monarquies feudals sortiran àmpliament reforçades de tot aquest atzucac estructural, la qual cosa les legitimarà per a governar d’una manera diferent i les portarà a construir un nou concepte d’Estat.

 

Per a sustentar tota aquesta nova concepció de l’Estat, les monarquies europees buscaran els mecanismes bàsics que els permeti consolidar noves estructures estatals amb un caràcter marcadament centralitzador i unipersonal. Per aquest motiu, primer combatran enèrgicament contra totes aquelles famílies poderoses —els Armagnac, els Lancaster, els Bragança, els Mèdici o els Colom— que tinguin la capacitat de disputar les seves decisions. El combat no sempre serà per mitjà de l’ús de la violència, sinó que es començaran a crear complots per deslegitimar-los o se’ls aplicarà una mil·limètrica política matrimonial d’antropofàgia territorial a fi d’ampliar les propietats estatals de forma permanent, sense la necessitat d’un vessament de sang.

La nova concepció política durà a terme un clar arraconament dels òrgans més representatius de la ciutadania —com ara les Corts, els Estats Generals o les Dietes— els quals seran substituïts per un potent consell del rei, molt més especialitzat. D’aquesta manera, l’Estat multiplicarà la seva presència en el territori a través de la creació d’una potent xarxa administrativa vinculada a les diferents activitats del nou sistema de gestió. En poc temps, apareixerà el funcionariat, que esdevindrà vitalici en finalitzar el segle i que permetrà a un segment de la població enriquir-se il·limitadament pel sol fet de treballar a prop del poder. 

Fins aquest moment, les monarquies s’havien finançat amb els seus propis recursos a través de rendes ordinàries vinculades als drets senyorials o els beneficis produïts per les seves possessions, ja fos per l’explotació dels boscos, l’encunyació de monedes o el tràfic d’esclaus. Però ara això ja no seria suficient.

“La nova concepció política durà a terme un clar arraconament dels òrgans més representatius de la ciutadania —com ara les Corts, els Estats Generals o les Dietes— els quals seran substituïts per un potent consell del rei, molt més especialitzat.”

Un canvi de paradigma econòmic

Les monarquies europees calmaran la seva ambició a través de la imposició d’una triple estratègia: primer, convertiran aquells subministraments del sistema feudal en regulars i en abundants, la qual cosa farà aparèixer infinitat de fons de finançament extraordinaris sobre les persones i els béns, com ara les taxes sobre els intercanvis, la famosa gabella sobre la sal o els impostos sobre els habitatges, els focs, entre d’altres; segon, crearan la necessitat de consum, com per exemple nous hàbits alimentaris o la introducció de la moda en la necessitat de vestir; i tercer, forçaran alliberar-se de la necessitat habitual d’haver de demanar consentiment als seus súbdits, els quals —encara representats en òrgans institucionals— toparan amb l’argument que “en temps de pau aquesta petició és del tot innecessària”. Però l’element clau i fonamental que permetrà que tot aquest nou engranatge funcioni a la perfecció serà la creació d’un exèrcit permanent, orientat a controlar l’interior —entre amenaces i persuasions— i a projectar el poder del monarca vers l’exterior. 

L’or continuarà essent el principal problema de l’economia europea atès que encara serà del tot necessari per als intercanvis. Des de l’Antiguitat, la relació Orient-Occident havia passat per infinitud d’alts i baixos, però la seva balança comercial sempre havia estat deficitària —respecte a l’or— atès que el continent asiàtic era pobre en jaciments del preuat metall preciós. L’únic or que arribava amb certa regularitat a Europa —des del segle X— era l’or sudanès, però aquest mai arribarà a satisfer les necessitats de l’economia feudal.

“L’element clau i fonamental que permetrà que tot aquest nou engranatge funcioni a la perfecció serà la creació d’un exèrcit permanent, orientat a controlar l’interior —entre amenaces i persuasions— i a projectar el poder del monarca vers l’exterior.”

L’estudi i valoració dels clàssics grecollatins

L’atmosfera d’un fort dinamisme econòmic impregnarà tot aquest període, el qual obligarà les monarquies europees a buscar nous camps d’acció i noves fonts de beneficis que permetin mantenir les noves i costosíssimes estructures d’Estat. Europa esdevindrà un espai massa petit per a satisfer la ‘grandeur’ dels naixents Estats moderns, però sobretot testimoniarà un dèficit de matèries primeres. Aleshores serà quan apareixerà el veritable desig d’acostar-se fins a l’origen de les fonts de l’or africà o les espècies orientals.

La cosmovisió de la societat medieval estava condicionada per la religió, les llegendes imaginàries i la desconeixença geogràfica, però això canviarà radicalment a partir del Quattrocento amb la recuperació de manuscrits grecs ignorats per l’Església —que controlava la cultura— atès que eren considerats textos pagans. Amb la introducció de les regles bàsiques sobre la correcta traducció llatina —promoguda per Petrarca i Boccaccio— s’aconseguirà transcriure correctament aquests manuscrits que cobraran un nou sentit. Les relectures de gran quantitat de textos clàssics —com ara Euclides, Pitàgores, Ptolemeu, Eratòstenes i molts d’altres— permetran construir un nou pensament crític que conduirà als savis humanistes a voler verificar quanta certesa contenen els textos antics sobre el món. 

Aquest humanisme afavorirà el trencament definitiu amb la tradició medieval i exaltarà les qualitats pròpies de la naturalesa humana. Permetrà descobrir el jo humà i li donarà un sentit racional a la seva existència. Aquest antropocentrisme deslligarà l’ésser de la meravella metafísica i el situarà davant les portes de la curiositat empírica. La divulgació d’aquest pensament innovador serà possible gràcies la invenció de la impremta de tipus mòbils. Però aquest canvi mental també facilitarà que un reduït grup de persones —instal·lades tant a Sagres com a Nuremberg— comencin a experimentar i aplicar mètodes científics moderns basats en les matemàtiques i l’astronomia, els quals alteraran la cosmovisió universal.

La cosmovisió de la societat medieval estava condicionada per la religió, les llegendes imaginàries i la desconeixença geogràfica, però això canviarà radicalment a partir del Quattrocento amb la recuperació de manuscrits grecs ignorats per l’Església —que controlava la cultura— atès que eren considerats textos pagans.”

La conquesta i explotació colonial

Tot plegat possibilitarà que ambiciosos homes de negocis es llencin a la cerca de rutes marítimes que els condueixin a nous territoris on trobar abundants productes que els permetin satisfer la creixent demanda dels mercats europeus. I en aquest context, l’Estat afavorirà aquesta economia expansiva participant —de forma indirecta— en les aventures comercials d’aquests atrevits emprenedors que mostraran molta audàcia però poca experiència atlàntica.

L’atzar i els alisis conduïren als primers navegants a la zona més poblada del continent americà. La superfície terrestre del “Nou Món” —sumant tant el nord com el sud— suposa una àrea de 42,5 milions de km2. Abans de l’arribada dels europeus, s’estima que vivien a tot el continent uns 100 milions de persones, en contraposició als 1.000 milions que hi viuen actualment. I d’aquests, uns 80 milions de persones vivien a la franja que va entre Mèxic i el Perú. Per altra banda, en el progressiu descens vers al sud del continent africà, els europeus descobriren que el món musulmà hi havia penetrat molt més enllà del que pensaven. Més enllà de la línia de l’equador s’endinsaren per un món totalment desconegut i descobriren l’Àfrica negra. Amb una àrea de 32 milions de km2, les estimacions actuals parlen d’uns 60 milions de persones que podrien viure en tot el continent africà a finals del segle XV.

Des del principi dels viatges cap a l’oest, els primers navegants van tenir la certesa i la consciència que allí on havien arribat no eren les Índies Orientals, sinó que es tractava d’un territori completament diferent. I en adornar-se d’aquest fet, l’Estat va desplegar tota la seva moderna maquinària jurídica i administrativa per a posseir-lo legítimament. Sense encomanar-se a ningú i per dret de conquesta, les monarquies europees van començar a adjudicar-se la propietat d’aquells territoris tot ignorant la població autòctona. En aquest punt, la religió hi va jugar un paper clau per a justificar la destrucció, aniquilació i extermini de les cultures ancestrals que hi vivien harmònicament. Un camí similar seguirà el continent africà, encara que aquest procés s’iniciarà uns cent anys més tard.

A mesura que els nouvinguts —ja en nom de la Corona— van anar endinsant-se per aquests nous territoris, descobririen que els metalls preciosos no eren l’única font de riquesa. En menys de cinquanta anys, els mercats europeus seran abastits, en quantitats impensables fins aleshores, d’infinitat de productes tropicals, com ara el pebre, el sucre, el cotó o el tabac. La façana atlàntica veurà créixer una important xarxa portuària que anirà des de Cadis fins a Anvers i vertebrarà un nou espai econòmic. I aleshores, la Corona s’autodefinirà Imperi, sempre, amb un sol radiant!

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L’arc cronològic que va des del Tractat de Tordesillas fins a la declaració d’independència dels Estats Unitats d’Amèrica suposa el primer procés —a escala mundial— del repartiment i explotació de tot el món, per part de les monarquies europees. Durant aquest període, es passarà dels suculents ingressos produïts pels botins de guerra o pels saquejos indiscriminats de les poblacions autòctones a una borratxera d’or i de plata —sense precedents— introduïda dins l’economia europea. Per aquest motiu, la construcció dels primers imperis colonials es basaran en una economia mercantil que els permetrà estar a l’altura de les expectatives.

 

Des de l’inici, les monarquies europees tingueren la convicció que tots els territoris del món els pertanyien per dret de conquesta. D’aquesta manera, la cartografia els va permetre anar ampliant i posseint la propietat d’una terra, sobre la qual es van autolegitimar com a possessors per imposar —no sempre a través de la força— el seu model de civilització per sobre les societats nadiues.

Aquest procés de supremacia cultural es fonamentà sobre la certesa religiosa de qüestionar la veritable naturalesa humana dels nadius. I la ferma creença en aquest raonament motivarà les monarquies europees a projectar una geografia de grans espais per a cristianitzar. La cobdícia dels nouvinguts donarà lloc a nombrosos abusos i genocidis, però també suposarà una catàstrofe demogràfica sense precedents en quant els territoris del nou món veuran reduïda a un 80% de la seva població nadiua.

El progressiu desenvolupament de les tècniques marítimes —com ara, la millora de la brúixola, la construcció de les caravel·les o l’actualització dels mapamundis— permetrà als europeus ser capaços de navegar per tots els mars i oceans que configuren el planeta en pocs anys. Aquesta gesta tindrà com a conseqüència la divisió del món en dues meitats, dues línies geogràfiques que, traçades entre els dos pols, els atorgarà la potestat rubricada per l’autoritat papal a repartir-se el món per zones de navegació, de pesca i de conquesta. La primera línia se situarà a 370 llegües a l’oest de les Illes del Cap Verd, mentre que la segona es fixarà a 297,5 llegües a l’est de les illes Moluques.

El descobriment d’importants jaciments de metalls preciosos a Amèrica —entre Mèxic i el Perú— o l’arribada a les illes de les espècies del sud-est asiàtic, propicià la fundació o refundació d’importants ciutats americanes, africanes o asiàtiques, les quals adquiriran un altre rol territorial a fi d’assegurar importants fluxos de riquesa vers Europa regularment. D’aquesta manera, les monarquies europees començaren a controlar tot el comerç que passarà pels seus territoris, amb la voluntat de protegir els seus guanys econòmics.

Des de principis del segle XVI fins a mitjan segle XVIII, els primers imperis colonials mantindran un estricte monopoli mercantilista amb les seves colònies, i es prohibirà comerciar amb persones o empreses que no siguin súbdits o afins a la Corona. Castella, per exemple, considerarà els anglesos, holandesos o francesos, no pas com a competidors sinó com enemics, causants de pràctiques corsàries i instigadors d’actes de pirateria.

 

El sistema mercantilista colonial

El comerç amb les colònies es fonamentarà sota la premissa que els colons hauran de vendre les seves matèries primeres —a baix cost i amb alts impostos— exclusivament a empreses designades per la Corona. Alhora, els colons només podran comprar els productes de consum manufacturats per aquest selecte grup d’empresaris. D’aquesta manera, les monarquies afavoriran l’enriquiment il·limitat d’empreses i individus propers a l’Estat, atès que se’ls anul·larà la competència. Aquest sistema mercantilista crearà necessitats inútils per als nadius i buscarà el manteniment perpetu del subdesenvolupament de les colònies —tant americanes, africanes com asiàtiques— amb el propòsit d’anul·lar possibles competidors directes amb la metròpolis.

I per reblar el clau, l’alt funcionariat proper al consell del rei també hi jugarà un paper molt destacat en aquest innovador sistema econòmic, ja que disposava de la capacitat d’agilitzar o endarrerir tràmits burocràtics per afavorir uns o altres. Per tant, serà inevitable l’aparició d’un comerç il·lícit i paral·lel entre colònies i propiciarà que molts empresaris, tant grans com petits, cerquin la manera de burlar-se dels controls burocràtics imposats per la mateixa Corona. 

Actuant com a nou-rics, els primers imperis colonials —principalment Castella— gastaran una quantitat indecent de recursos econòmics per a construir el seu concepte de civilització. Aquesta obsessió —de vegades incontrolada— els portarà a embarcar-se en infinitat de conflictes de tota mena, com ara: disputes teològiques, conflictes familiars, afers comercials o fastuoses construccions megalòmanes.      

“Aquest sistema mercantilista crearà necessitats inútils per als nadius i buscarà el manteniment perpetu del subdesenvolupament de les colònies —tant americanes, africanes com asiàtiques— amb el propòsit d’anul·lar possibles competidors directes amb la metròpolis.”

Finançant l’imperi amb metalls preciosos

Coincidint amb el moment de major extracció econòmica de les colònies americanes —entre finals XVI i principis del XVII— Castella destinarà més de 7 milions de ducats al manteniment de la seva flota al Mediterrani durant la famosa batalla de Lepant. En uns set anys aproximadament, es gastarà la barbaritat d’11,7 milions de ducats per a finançar les innumerables campanyes de Flandes.

Per commemorar la victòria a la batalla de Saint-Quentin contra les tropes franceses, es destinaran prop més de 6,5 milions de ducats per a construir el fastuós Reial Monestir de Sant Llorenç de l’Escorial. Gràcies a la construcció i posada en marxa de la Grande y Felicísima Armada, la conegudíssima Armada invencible pels seus adversaris, enviaran 9 milions de ducats directament al fons del mar. I com no podia ser d’una altra manera, aquesta civilització catòlica i universal necessitarà la construcció d’una nova capital a la riba del riu Manzanares. Per al lector que tingui curiositat per la conversió, el ducat del segle XVI i de començaments del segle XVII tindria actualment una equivalència d’uns 167,1 euros. Cert, les xifres són… esfereïdores!

Per tant, entre el 1500 i el 1650, la monarquia castellana —i per proximitat, la resta de monarquies europees— viurà dins d’una veritable bombolla econòmica generada per l’entrada massiva dels metalls preciosos. Els darrers estudis estimen que la Corona castellana hauria extret de les colònies americanes unes 17.000 tones de plata i unes 70 tones d’or. Aquesta borratxera de metalls conduirà a l’Estat a tenir una visió tergiversada de l’economia real.

La paradoxa es produirà quan, malgrat la ingent entrada d’or i de plata i el cobrament d’impostos elevats, no arribaran a cobrir totes les despeses produïdes per l’Estat. Tinguem present que la Corona castellana només utilitzarà aquesta extraordinària riquesa per a finançar tots els deliris de grandesa de les elits castellanes, que en la majoria de les vegades toparà directament amb les necessitats reals de la població. Per aquest motiu, quan les oligarquies d’un país estan més interessades a treballar per la fastuositat que no pas per les possibilitats reals que ofereix la reinversió de capitals, tot plegat condueix a la destrucció del propi teixit productiu. 

 

Endeutament de la Corona castellana

A mitjan segle XVII, la Corona castellana arribarà a tenir un deute econòmic de més de 100 milions de ducats. Aquest deute gegantí els obligarà a declarar successives suspensions de pagaments. Per a tapar aquest forat, la Corona es veurà obligada a emetre gran quantitat de deute públic que anirà a parar a mans dels principals bancs europeus, com ara la banca alemanya —els Fugger o els Welser— i la banca genovesa dels Spínola, Centurione, Balbi, Strata i, sobretot, Gio Luca Pallavicino. La Corona pagarà els Welser a través de la concessió de l’explotació de les mines de Mèxic i el dret de conquesta sobre extensos territoris a les actuals Veneçuela i Colòmbia. Per la seva banda, els Fugger aconseguiran totes les concessions comercials sobre els territoris de Xile i el Perú. Actualment, són unes de les famílies més poderoses del continent. I, tots els luxosos palaus de l’strada nuova de Gènova, artèria del luxe de la ciutat, encara avui constitueixen la concentració més gran de residències aristocràtiques de tota Europa.

Davant les successives crisis financeres que la Corona castellana començarà a patir, molts empresaris europeus residents a les colònies americanes preferiran no embarcar els seus metalls preciosos cap als ports castellans —monopoli concedit a Cadis i Sevilla— per por a les massives confiscacions decretades per la Corona. Per això, buscaran invertir els seus actius en altres sectors emergents de l’economia colonial de finals del segle XVII, com seran l’agricultura, la ramaderia i la producció de manufactures. 

Per tant, la Corona castellana es veurà obligada a cercar noves fonts regulars d’ingressos. Per aquest motiu, posarà en marxa l’ambiciós pla del ministre del rei —el comte duc d’Olivares— conegut com la Unión de Armas, el qual pretendrà que cada regne que formi part de la Monarquia Hispànica —o sigui, principalment Portugal i la Corona d’Aragó— aportin un nombre determinat de diners i soldats.

“A mitjan segle XVII, la Corona castellana arribarà a tenir un deute econòmic de més de 100 milions de ducats. Aquest deute gegantí els obligarà a declarar successives suspensions de pagaments.”

Flexibilitzant el monopoli comercial

Portugal, que formava part de la Monarquia Hispànica des de finals del segle XVI, es negarà a concedir qualsevol aportació econòmica de més, donat que Castella explota les seves colònies, la qual cosa acabarà amb un conflicte bèl·lic que durarà més de 28 anys. Finalment, amb el suport econòmic d’Anglaterra i Holanda, Portugal aconseguirà deslligar-se del control dels Àustries, però el preu que haurà de pagar comportarà la cessió d’importants territoris del Brasil i el canvi de titularitat sobre les colònies de Ceilan —actual Sri Lanka—, Ciutat del Cap, Goa, Bombai, Macau i Nagasaki, entre d’altres.

Pel que fa a la Corona d’Aragó, l’oligarquia castellana no calibrarà la situació correctament quan accepti que el rei Felip IV juri les constitucions catalanes, condició sine qua non per obtenir els fons desitjats. La ignorància sobre les lleis que regulaven les funcions del rei dins dels territoris catalans serà el focus d’importants discussions institucionals, puix el rei —dins del Principat— estava obligat per llei a donar explicacions sobre la utilització dels recursos concedits. Per la seva banda, els catalans estaven més interessats a aprovar les seves propostes de noves constitucions catalanes i que s’atenguessin els greuges, que no pas a participar en guerres absurdes.

Però a la gènesi del debat institucional —entre Castella i el Principat— hi trobem un problema molt més profund. Si des de finals del segle XVI, Castella havia transitat cap a un sistema polític de caràcter absolutista, on el poder només resideix en una sola persona, la qual decideix sense haver de rendir comptes a cap parlament, al Principat passava el contrari, on les Corts Generals de Catalunya havien esdevingut l’òrgan legislatiu que representava tots els estaments de la societat, inclòs el rei.

L’entrada constant de metalls preciosos dins l’economia castellana es mantindrà estable fins a mitjan segle XVIII, però només un percentatge molt ínfim restarà dins del sistema econòmic castellà, atès que la resta continuarà utilitzant-se per a eixugar el monstruós deute de l’Estat. La historiografia estima que fins a l’any 1820, l’Estat espanyol no es recuperarà d’aquesta grandiosa despesa i serà —en gran part— pel fet d’haver-se annexionat l’economia productiva de tota la franja mediterrània peninsular a principis del segle XVIII. 

El sistema de privilegis i monopolis desenvolupats per la política comercial borbònica continuarà fent aigües i es veurà en la necessitat d’introduir nous agents per a garantir la viabilitat del comerç amb Amèrica. Per tant, amb el Reial decret de Lliure Comerç del 2 de febrer de 1778 trencarà definitivament el monopoli de Cadis i Sevilla i afavorirà el comerç directe de Catalunya amb Amèrica, que aportarà una nova manera de fer. Actualment, i curiosament, el 34% del PIB de l’Estat espanyol el continua aportant l’economia productiva de tota la franja mediterrània peninsular. Doncs, res és casual…

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Què té de màgic la festivitat de Tot Sants? Celebrem la Castanyada com qui celebra el Halloween als països anglosaxons? Venerem la mort o la vida? Festejar la tardor amb panellets, castanyes i moniatos té més a veure amb el nostre passat agrícola del que pensem.

 

El procés genètic i cultural que els humans vam experimentar ara fa uns cinc milions d’anys ens va capacitar per transformar objectes en utensilis, fet que ens va permetre adaptar-nos amb més eficàcia als diferents climes de la terra. La mobilitat va ser clau per a la nostra supervivència. Però, ara fa 10.000 anys aproximadament, aquest nomadisme es va veure alterat per un descobriment encara més revolucionari: l’agricultura

La possibilitat de produir l’aliment propi va comportar que ens establíssim en zones aptes per al conreu i, al mateix temps, ens va permetre estabular els ramats salvatges per a assegurar-nos la proteïna de tot l’any. Aquestes societats sedentàries primitives van quedar condicionades per sempre més per un calendari agrícola i ramader. Serà aleshores quan apareixeran les primeres evidències del culte als déus, a les deesses i als avantpassats. 

I què hi té a veure tot plegat amb Tot Sants? Doncs que l’antropologia ha estudiat a fons com, en l’origen de la festivitat hi ha un patró, una creença, que es dona de manera similar en infinitat de cultures d’arreu del món. El seu punt de partida sempre és el mateix: la celebració del naixement d’un període d’obscuritat que s’allarga fins a un període de llum. Així és com trobem festivitats com les de la Pomona romana, la del Samhain celta o l’Udazkena basca. 

D’aquesta manera, el Samhain o l’Udazkena marcaven l’inici en el calendari agrícola del període en què els camps i les terres semblaven ermes —similar al món dels difunts— fins que, amb l’arribada de la primavera, tot tornava a començar. S’iniciava així un nou cicle de la vida. Aquestes creences paganes que practicaven els habitants del ‘pagus’ —els pagesos— van mantenir-se ben arrelades durant mil·lennis fins a la irrupció del cristianisme al segle I. 

El món catòlic s’apropia de les tradicions paganes

L’inici de la fi del paganisme va venir de la mà del Papa Bonifaci IV, que l’any 610 va consagrar el Panteó romà d’Agripa, que fins aleshores s’havia dedicat al culte pagà de Júpiter. Aprofitant aquest fet, va instituir una festa que commemorava tots els sants desconeguts i anònims de la cristiandat i que se celebrava el 13 de maig. 

Però no va ser fins a mitjans del segle IX, arran del Renaixement carolingi, quan s’instaura, definitivament i per tot l’occident medieval, el que coneixem com la festivitat de Tots Sants. L’encíclica papal de Gregori IV de l’any 840 va promulgar la cristianització definitiva de tots els territoris de l’imperi i va obligar a substituir les festes paganes, com ara el Samhain o les de Pomona, per la de Tots Sants, canviant la data de celebració a l’1 de novembre. Durant centúries, el món catòlic va continuar la seva política de suplantar tradicions ancestrals paganes per esdeveniments d’església, mentre que al món anglosaxó, on el protestantisme era preeminent, va relaxar aquesta pressió. 

Avui dia, observem que mentre Tots Sants és més aviat fosc, trist, de plorera i silenci, en canvi, Halloween —‘All Hallow’s Eve’— és festiva, dolça, divertida i, això sí, molt amplificada per l’aparell propagandístic nord-americà. A la resta del món, com ara Filipines o Mèxic —i sobretot arran de la pel·lícula ‘Coco’, de Pixar—, la festivitat té, encara més, un caire festiu: no només es visita la tomba del difunt, sinó que se celebra un pícnic familiar al seu voltant, on es col·loquen màscares, cintes de colors i, fins i tot, es cuinen plats especials. 

 

A Catalunya, alegria i severitat

Pel que fa a la nostra cultura, segons narra el folklorista i etnòleg Joan Amades al seu conegut ‘Costumari català’ (Salvat Editors, 1982), el dia de Tots Sants té dues cares ben diferents: l’alegre i festiva del matí i la rigorosa i severa de la tarda. Això és així perquè, tal com recorda Amades, hi ha una creença molt popular que, just quan fa mig dia de l’1 de novembre, les persones que han mort fa poc temps tornen unes hores a viure amb la família. 

Fins i tot hi havia la tradició, en algunes cases de Barcelona, de posar el plat a taula per al difunt, com si fos un convidat més. Així mateix, era molt comú, l’1 de novembre, convocar els difunts a casa, però també ajudar-los a tornar a l’eternitat. Per això, a la façana de les cases era habitual penjar-hi uns fanalets, i també s’hi posaven sobre les tombes. 

Al costumari, Amades també rememora un costum típic de les poblacions rurals, on era popular fer ofrenes de pa als difunts dins els cementiris. Aquesta tradició va evolucionar fins als populars panellets, que els forners van convertir en un negoci. 

Seguint amb la gastronomia, per aquestes dates les castanyes, els moniatos i els panellets han estat i són els aliments més usuals. A tall d’anècdota, per exemple, s’explica que en algunes zones de Catalunya hi havia la superstició que menjar castanyes feia caure els cabells i, per això, les dones no en volien menjar. Per aquest motiu, les castanyes se substituïen per pinyons. Potser per això molts panellets s’embolcallen amb les llavors del pi.

En definitiva, la festivitat de Tot Sants, d’avui, d’abans i de molt abans, sempre respon al mateix esperit: mantenir viva la memòria dels nostres avantpassats i venerar el cicle de la vida que tan bé s’expressa en el món de pagès. 

 

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Hasta mediados de siglo XX, la versión oficial sobre la expedición transoceánica que supuso el descubrimiento del “Nuevo Mundo” se movió entre el mito y el argumentario romántico. Pero nada de lo que se había explicado hasta entonces ha resultado ser del todo cierto, ni siquiera lo son los lugares tanto de salida como de vuelta. Durante décadas, un reducido grupo de historiadores —rechazados por la Academia e ignorados por los medios— han persistido en su trabajo de descoyuntar una telaraña premeditada de falsedades que rodean los verdaderos hechos.

 

Si rehuimos de la fantasía y nos centramos en hacer un verdadero análisis de la realidad histórica, la cual está fundamentada en el estudio objetivo y científico de las fuentes documentales —sean directas o indirectas, primarias o secundarias— rápidamente nos daremos cuenta de que la usurpación de la identidad histórica sobre la expedición transoceánica realizada contra el almirante catalán Cristóbal Colón es un hecho real. ¡Y así es!

Sin ninguna mochila —ni económica ni institucional— que condicione las investigaciones, un reducido grupo de historiadores han sido capaces de encontrar la mirada silenciada por la censura castellana sobre el descubrimiento de América y la identidad real de sus protagonistas. Los estudios comparativos de manuales divulgativos, historias generales o planisferios, tanto de ediciones castellanas, portuguesas como francesas, han permitido descubrir como la Corona de Castilla —a través de una penetrante censura apoyada por unas de leyes específicas— llegó a controlar la mayor parte de los textos que narran los hechos sobre la emprendida americana. Por suerte, la curiosidad ha desenmascarado la manipulación y ha revelado la tosquedad con la cual trabajó la Corona de Castilla para fiscalizar los hechos, a fin de confundir la opinión pública sobre la verdadera autoría del descubrimiento.

Por lo tanto, tampoco nos tiene que extrañar que la epopeya castellana aparezca a principios del siglo XVI, justo cuando Colón es desposeído de todos los títulos firmados en las “Capitulaciones de Santa Fe” que, recordémoslo, fue el marco jurídico por donde se sustentó todo el descubrimiento de América. Con aquel juicio, la Corona consiguió que los Colón fueran una familia inofensiva para el poder. Ciertamente, a partir de entonces se inició un largo periodo de litigios —primero contra Cristóbal Colón y después hacia sus descendentes— para anular los acuerdos. Durante más de ochenta años, la familia Colón pleiteará contra la monarquía, pero se convertirá una cuestión estéril.

 

Una documentación adulterada

La tarea puesta en marcha —primero por la Corona de Castilla y más tarde por España— ha promovido a lo largo de los siglos un seguido de versiones oficiales y singulares, con infinidad de datos mezclados, lugares inverosímiles de vuelta, personajes reales mezclados con ficticios, cambios de identidad o disparidad de orígenes naturales de los principales personajes. Esto ha permitido configurar un relato novelesco, mutable a los gustos de la audiencia y perfecto para cubrir las necesidades de la política de España, en cada momento. Por lo tanto, no nos debería extrañar que la épica se haya fundamentado en una premeditada nebulosa. Pero esta premeditada confusión se ha empezado a disipar con la aparición de destacados estudios foráneos a los círculos españolistas, los cuales han conseguido revertir la tendencia de repetir como un mantra la narración oficial.

Un ejemplo de este cambio de tendencia han sido las investigaciones de la historiadora norteamericana Alícia Gould, las cuales han permitido reseguir todos los apellidos de los expedicionarios que aparecen en los supuestos registros oficiales de los diferentes viajes de Colón, y se ha llegado a la siguiente conclusión: ¡nada es verdadero, todo es humo! Porque su investigación ha ido mucho más allá de los textos donde aparecen los listados de los nombres de los tripulantes. La investigación ha constatado que la mayoría de los apellidos de los tripulantes no tienen ninguna continuación documental que certifique que tal marinero o personaje —que aparece a los listados— tuvo una existencia efectiva y real. Pero también sorprende muchísimo que en estos famosos listados no aparezca ningún apellido catalán entre la tripulación. Entonces, si pensamos que todos estos apellidos han sido adulterados y buscamos sus equivalentes en catalán —Garay por Garau o Fernández por Ferrandis o Cases por Casaus—, resulta que todos encajan con apellidos muy documentados, no solo como personajes reales catalanes de carne y huesos, sino como marineros, cosmógrafos o militares.

En conclusión, las crónicas colombinas que nos han llegado denotan una clara adulteración, dado que están llenas de anacronismos e importantes incoherencias temporales, cosa que parece inexplicable cuando teóricamente —la fuente principal— fue escrita por un bibliófilo, culto y con gran memoria, como fue el hijo de Colón. La crítica textual ha permitido demostrar que todos estos supuestos originales han sido retocados. Por este motivo, creerse las fuentes a ojos cerrados, sin ejercer ningún tipo de crítica documental, ni sospechar de las intencionalidades políticas de los arreglistas de los libros, nos lleva, más que al rigor y al academicismo historiográfico, directamente a la fe.

La tarea puesta en marcha —primero por la Corona de Castilla y más tarde por España— ha promovido a lo largo de los siglos un seguido de versiones oficiales que permiten configurar un relato novelesco, mutable a los gustos de la audiencia y perfecto para cubrir las necesidades de la política de España, en cada momento.

El punto de salida de la expedición

Hoy sabemos por destacados trabajos de investigación de las historiadoras —tanto de la pionera Núria Coll como de Eva Sans— que la villa de Pals d’Empordà tuvo un importante puerto natural. Y lo sabemos porque estos estudios han permitido documentar infinidad de testigos que hablan sobre transacciones comerciales que se llevaban a cabo y, por lo tanto, se había convertido en un relevante puerto comercial desde principios del siglo XIII. Además, la toponimia y la arqueología del paisaje han permitido identificar tanto restos de edificaciones como accidentes geográficos documentados en antiguas cartografías. Todo esto, compaginado con estudios paleo-hidrográficos del entorno de Pals, vienen a confirmar aquello que los documentos testimonian.

Si tenemos presente que la superficie del planeta está expuesta a un cambio constante que provoca movimientos regulares, y entendemos que los mares se alejan de las playas o al revés, entenderemos que el entorno de Pals de finales del siglo XV no tiene nada que ver con el paisaje de Pals que vemos hoy en día. ¡Es obvio!

Por lo tanto, aquello que sorprende más de la versión oficial —en lo referente al punto de salida de la expedición transoceánica de Colón— es el topónimo de donde sale: Palos de Moguer. Sin duda es el mismo caso que Sant Esteve de les Roures, dos lugares que no existen, ni han existido nunca. Ciertamente, en la provincia onubense existen dos pueblos, separados por 16 km, que responden al topónimo de Palos de la Frontera y Moguer. Ambos casos se encuentran además de 40 km del litoral atlántico. Y por si no fuera suficiente, todavía sorprende más cuando averiguamos que ninguno de los dos lugares ha sido nunca rodeado por murallas ni han tenido un campanario de estilo gótico catalán de 21,28 metros de altura.

Tengamos presente que en el siglo XV, Cataluña se había convertido en una importante potencia náutica europea. De hecho, es donde se encontraban las más destacadas escuelas de pilotos, centros de cosmografía, talleres de instrumentación por la navegación y montón de especialistas en confección de cartas náuticas. Además, desde mediados de siglo XIII, el Principado había llevado a cabo una política insular muy activa que consolidó más de un centenar de consulados de mar esparcidos en todo el Mediterráneo.

En cambio, por la misma época, en Castilla no había ni escuelas de náutica, ni escuelas de pilotos, ni centros de cosmografía, ni ningún tipo de infraestructura náutica capaz de llevar a cabo una expedición transoceánica como la que realizó el almirante catalán Cristóbal Colón. Son muchos los historiadores que remarcan la profunda contradicción que supone la expedición americana en sí misma, dado que esta sería ejecutada en un contexto donde Castilla todavía continuaba guerreando dentro de su territorio contra el mundo árabe, no disponía de ninguna infraestructura comercial desarrollada, y menos todavía, tenía una flota naval suficientemente potente para llevarla a cabo. En un contexto de una profunda crisis económica —que acabará con la revuelta de las Comunidades castellanas— se hace extraño que Castilla tuviera a la vez suficiente capacidad militar, y sobre todo náutica, para poner en marcha una expedición transatlántica. Como dato relevante, la creación del primer consulado castellano —el de Sevilla— se hará efectivo en 1543.

Pero la prueba definitiva sobre el punto de salida de la expedición de Colón nos la da Antonio de Herrera en la portada de su obra “Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Oceano”, donde en ambas ediciones de 1601 y la de 1726 aparece un grabado que teóricamente quiere ilustrar “la villa de Palos” de Andalucía, cuando en realidad nos está representando meticulosamente la silueta de villa de Pals d’Empordà. Solo hay que observar el grabado para reconocer rápidamente su característico campanario. Aun así, aparece la representación de las tres carabelas, las cuales curiosamente llevan la bandera catalana, cosa que se repite sucesivamente en los grabados que ilustran el interior de la obra. Y por si todo esto no fuera suficiente, la cita que acompaña el grabado dice textualmente: “El Almirante salió de Palos, villa del conde de Miranda, a descubrir”. Pues, como ha remarcado la historiografía española, el Palos andaluz pertenecía al conde de Niebla. En cambio, el señor de Miranda era el conde d’Empúries. ¡Continuamos!

Palos de Moguer es, sin duda, el mismo caso que Sant Esteve de les Roures, ¡dos lugares que no existen, ni han existido nunca!

El punto de vuelta y recepción de la expedición

Hoy sabemos de lo cierto que el almirante catalán Cristóbal Colón fue recibido con todos los honores por los monarcas católicos en el Palacio Real de Barcelona, el 3 de abril de 1493, después de haber completado el primer viaje transoceánico. Y este acontecimiento —aceptado por toda la historiografía— fue absolutamente silenciado por la versión oficial hasta no hace mucho.

Durante siglos, tanto Portugal como Andalucía ostentaron de este privilegio, hasta la irrupción del estudio del historiador Antoni Rumeu de Armas, quen a través de su extenso trabajo “Colón en Barcelona” —y publicado en plena dictadura franquista (1944)— tuvo la valentía de documentar la llegada del Descubridor de América a la capital catalana. El estudio de Rumeu de Armas fue un trabajo clave para el futuro de los estudios colombinos, y contribuyó con una innovadora investigación —por el detalle y por la precisión de la investigación— en testimoniar como la ciudad de Barcelona tuvo un papel fundamental en el descubrimiento del “Nuevo Mundo”. A partir de entonces, no han parado de aparecer documentos de todo tipo que constatan que el recibimiento del descubridor se hizo en Barcelona.

Rumeu de Armas fue capaz de demostrar que la versión oficial estaba edificada sobre una falsedad cuando se hablaba de Palos de Moguer como el lugar de salida y vuelta de la expedición. El análisis de la documentación —sobre todo del diario de a bordo— permitió demostrar que el binomio Pals de Ampurdán-Barcelona fueran los verdaderos puntos de salida, vuelta y recepción de la expedición. Del diario de a bordo también se deduce que la expedición fue planificada como un viaje de reconocimiento. Por lo tanto, de una corta duración y con una vuelta más o menos fijada.

En este primer viaje, Colón había conseguido encontrar el continente perdido del cual hablaban infinidad de textos antiguos: las tierras existentes en el otro lado del Atlántico “y que desde el hundimiento de la Atlántida habían quedado incomunicadas”. Y como prueba de este descubrimiento, de este “Nuevo Mundo”, presentó ante los reyes y las altas instancias del reino, los indígenas, animales, metales preciosos y plantas que habían traído. Pruebas fehacientes que demostraban que venían de unas tierras hasta entonces desconocidas.

Aun así, los Reyes Católicos —desde el verano de 1492— se alojaron entre Barcelona, Girona y Figueres, dado que el Principado se encontraba inmerso en un conflicto territorial con los franceses, que habían invadido la Cerdaña y el Rosselló, a fin de intercambiarlos por el reino de Nápoles. Entonces, el rey Fernando el Católico —que velaba por los intereses de sus estados— empezó a organizar la defensa militar del territorio. Y es por este motivo que ambos monarcas encontrándose en Cataluña y sabiendo que la expedición era solo de reconocimiento y, por lo tanto, de corta duración, esperaron la vuelta de Colón a Barcelona. Y fue allí hasta donde se acercó una delegación portuguesa para negociar el reparto de las nuevas tierras descubiertas, proceso que finalizará con el Tratado de Tordesillas. Y también fue hasta allí donde llegaron las bulas de donación pontificia —del Papa Borja, “il papa catalano”— las cuales serían hechos públicos por el obispo Pedro Garcia de Barcelona. Además, las crónicas contemporáneas explican que la audiencia de Barcelona tuvo un grandísimo eco, y que el recibimiento fue una auténtica fiesta popular y espontánea, con todos los barceloneses festejándolo en la calle, un hecho que no recoge ninguna crónica castellana.

Tal como explica la crónica del Padre Casaus, el oro que llegó del segundo viaje de Colón fue requisado íntegramente por los oficiales y aduaneros del reino, cosa que permitió sufragar la campaña de recuperación de la Cerdaña y el Rosselló, y permitió financiar la construcción de la fortaleza de Salses. Pero el hecho más preocupante sucederá en el decurso del tercer viaje, cuando Francisco de Bobadilla —con amplios poderes para juzgar al almirante— confiscará la totalidad de su mercancía argumentando que no se habían enviado todas las riquezas promesas a la Corona. De este modo empezó una auténtica campaña de desprestigio público que acabaría con la detención de Colón.

Toda la documentación sobre el proceso contra Colón ha desaparecido. Por fuentes indirectas, se sabe que la Corona requisó toda la documentación que Colón tenía que aportar en defensa propia. Y también se sabe que los informes en que se basaron las acusaciones fueron elaborados por Pere Bertran Margarit y Bernat Boïl, representantes de la Corona. Por lo tanto, no nos debe que extrañar el tipo de juicio-farsa —cosa a la que ya nos tiene acostumbrados la Corona de Castilla— en el cual se vio involucrado primero Cristóbal Colón y después su familia. En un acto de osadía extraordinaria, la Corona se extralimitó cuando desposeyó por medio de falsedades —al navegante más famoso del momento— de todos sus títulos adquiridos merecidamente.

Llegados hasta aquí, la historia del descubrimiento de América es una cuestión inmoral para los catalanes. Desde el siglo XV, la catalanofobia ha marcado las relaciones entre Castilla y Cataluña. No podemos continuar aceptando el origen genovés del Descubridor, no podemos continuar creyendo que la configuración de la tripulación de las tres carabelas fuera castellana y —por encima de todo— no podemos continuar legitimando a Castilla como la promotora de la expedición transoceánica que supuso el descubrimiento del “Nuevo Mundo”. Perdón, según la versión oficial, con la ayuda inestimable de la reina Isabel de Castilla que —con el empeño de sus joyas personales— ayudó a sufragar todos los gastos del viaje. Todo ello, ¡no tiene ningún sentido!

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

  • Antonio Rumeu de Armas: En Colom a Barcelona, Editorial Llibres de l’Índex, 2012. 
  • Eva Sans i Narcís Subirana: El Port de Pals. ANNALS de l’Institut d’Estudis Gironins, Volum LIV, Girona, 2013.
  • David Bassa i Jordi Bilbeny: Totes les preguntes sobre Cristòfor Colom. Col·lecció Descoberta, Editorial Llibres de l’Índex, 2015.
  • Jordi Vila: Les Capitulacions colombines de 1492: un document català. 1r Simposi sobre la Descoberta Catalana d’Amèrica, Arenys de Munt, 2001.
  • Jordi Bilbeny: Cristòfor Colom, príncep de Catalunya, Proa, Col. Perfils, Barcelona, 2006.
  • Jordi Bilbeny: Inquisició i Decadència: Orígens del genocidi lingüístic i cultural a la Catalunya del segle XVI, Librooks, Barcelona, 2018.

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Nos adentramos por primera vez por un camino pedregoso donde se mezclan multitud de planes. La objetividad histórica —basada en el rigor documental— ha sido abducida por un relato claramente intencionado que ha buscado justificar todo aquello que sirviera para construir una unidad de destino universal. Dudar sobre el relato oficial que rodea el “Descubrimiento de América” —donde se fundamenta la matriz hispánica— ha obligado a infinidad de historiadores a tener que trabajar al margen de la Academia, sin ningún otro recurso que su argucia e inteligencia.

 

La materia prima en la cual se fundamenta la historia son las fuentes documentales. Crónicas, cartularios, testamentos, contratos, disposiciones, novelas, cantos, restos arqueológicos o ‘Lebenswelt’, son una tipología documental específica que cada historiador utiliza para entender y explicar el pasado que —filtrado por su marco mental— acabará modelando una percepción concreta de aquella realidad.

Es por este motivo que, durante la creación del conocimiento, uno se adentrará en apasionantes debates, entre constructivos y estériles. Desacreditar al adversario con ataques personales es síntoma de incapacidad dialéctica. Por lo tanto, todo aquello que esté fuera del rigor empírico nos evoca hacia el mundo de la ficción o la palabrería de café. Pero, ¿qué pasa cuando una fuente documental se demuestra que ha sido alterada, manipulada o quemadura?

 

Las capitulaciones de Santa Fe

Establecidos en el campamento de Santa Fe de Granada, los recientes vencedores de la guerra de Granada, los más que conocidos Reyes Católicos —título otorgado por el papa Alejandro VI en 1496— firmaban el 30 de abril de 1492 unas capitulaciones o acuerdos con Cristóbal Colón para llevar a cabo una importante empresa ultraoceánica.

Los acuerdos firmados —conocidos como Las capitulaciones de Santa Fe— marcarán el marco jurídico por donde se sustentará todo el descubrimiento de América, pero también serán el origen de los futuros litigios entre la Corona y la familia Colón. Así mismo, quedará patente el otorgamiento de los títulos de almirante, virrey y gobernador general de todos los territorios descubiertos y todos los beneficios que se derivarán de esta empresa.

Las capitulaciones adquirirán una importancia jurídica capital para Colón y sus descendentes, y por este motivo no se desprenderá nunca de ellas en vida. De la existencia de este original, se tiene constancia hasta el 1526, cuando aparece por última vez entre los documentos conservados en el Archivo de Colón en el monasterio cartujo de Santa María de las Cuevas (Sevilla). Desgraciadamente, este original no nos ha llegado nunca.

Al mismo tiempo que se libraba a Colón el original de las capitulaciones, se inscribía una copia del original en el correspondiente Libro-Registro de disposiciones legales de la Cancillería Real catalanoaragonesa de Barcelona. Esta entrada está registrada en el libro 3.569, folios 135 y 136, en la sección de ‘Diversorum sigilli secreti’, datada el mismo día de su expedición, o sea el 17 de abril de 1492. Pero así como se patentiza al registro catalán, hasta la fecha no se ha constatado ningún registro similar en cualquier cedulario castellano. Y es muy sabido que las investigaciones sistemáticas llevadas a cabo desde hace siglos en los principales archivos castellanos —Simancas, Indias o Duque de Veragua— han resultado infructuosas hasta el momento.

La construcción jurídica de la empresa marítima

La potestad legislativa en la Corona de Aragón no pertenecía privativamente al monarca, sino que tenía que desarrollarla junto con los tres estamentos: nobleza, clerecía y ciudades y villas. Si la iniciativa provenía del monarca, nacía la constitución, mientras que si salía de los estamentos de las cortes, nacía el capítulo de corte.

Desde 1363, se tiene constancia de esta práctica jurídica a la hora de aparejar armadas por parte del rey con los diputados de las diferentes riendas de la Corona catalanoaragonesa. Es por este motivo, que el rey Fernando firmó las capitulaciones con Colón, motivo por el cual queda recogido en uno de los acuerdos “perquè sia feta Armada en la Senyora del Senyor Rey, de Galées”. Por lo tanto, ni a las fuentes legales del derecho castellano contemporáneas, ni a las del derecho propiamente indiano, se encontrarán normas a través de las cuales puedan ser fijados los conceptos jurídicos que aparecen en detalle en las capitulaciones.

Las capitulaciones serán negociadas y preparadas en Barcelona por un comité formado por Joan de Coloma —representante de la Cancillería Catalana y secretario personal del rey— y por Joan Peres —representante de Colón— el cual era un destacado doctor en medicina y reconocido cosmógrafo y propietario del castillo de Sant Miquel, en las afueras de Pals de Empordà. Y será desde el antiguo puerto de esta villa ampurdanesa, hoy ya desaparecido, desde donde zarpará la expedición ultraoceánica.

Cuando las dos partes llegaron al acuerdo —el 17 de abril de 1492— las capitulaciones fueron enviadas inmediatamente al campamento de Santa Fe de Granada —donde se alojaban los monarcas católicos— para su ratificación oficial (el 30 de abril de 1492) y, posteriormente, fueron entregadas a Cristóbal Colón. Finalmente, a principios de 1493, las Cortes Generales celebradas en Barcelona ratificarán el acuerdo. Todo ello justifica el porqué estas ‘Capitulaciones’ se guardaron únicamente en el Archivo de la Corona de Aragón: porque es allí donde se registraban y se archivaban los documentos de la magistratura afectada.

“Ni en las fuentes legales del derecho castellano contemporáneas, ni en las del derecho propiamente indiano, se encontrarán normas a través de las cuales puedan ser fijados los conceptos jurídicos que aparecen en detalle en las capitulaciones”

La financiación de la empresa marítima

Todos los textos conservados evidencian con mucha claridad que el dinero de la empresa ultraoceànica los avanzó —en gran parte— un valenciano asentado en Barcelona, Lluís de Santàngel, que fue el escribano de raciones de la Cancillería catalana, la cual a menudo ejercía funciones fiscales. La empresa también sería sufragada por otros ilustres personajes como por ejemplo Gabriel Sanxis —tesorero general de la Corona de Aragón—, Joan Cabrero —camarero del rey Fernando— y Alfons de la Cavalleria, consejero real. Se da la circunstancia que todos estos ilustres personajes tenían vínculos comerciales con la familia Colón de Barcelona desde hacía décadas.

Todos los documentos referentes a los pagos reales de la empresa ultraoceánica, cuentan las cifras en ducados, que era la moneda catalana. En cambio, esta moneda no se utilizará a Castilla hasta el 1497, cuando, después de una fuerte oposición de los municipios castellanos para considerarla una moneda extranjera, será impuesta por los monarcas.

Tengamos presente que las estructuras de los dos estados, Aragón y Castilla, siempre se mantuvieron separadas, a pesar de que se crearon organismos comunes a las dos coronas, como por ejemplo la Inquisición. Por lo tanto, cada corona tenía su tesorería, con su tesorero, sus escribanos y sus archivos reales. En consecuencia, si aplicamos el método científico para averiguar quién pagó la empresa del descubrimiento, solo habrá que repasar los libros de cuentas de ambas tesorerías. Desgraciadamente, es imposible repasar el libro de cuentas de la tesorería catalana dado que ha desaparecido. En cambio, otras fuentes contemporáneas catalanas hablan que se estaban destinando miles de ducados para pagar naves y tripulaciones durante todo aquel periodo.

Ahora bien, y ¿qué pasa cuando repasamos el libro de cuentas de la tesorería general castellana? Por cierto, ¡es público y en edición moderna! Pues que no aparece ninguna salida de dinero destinada a ninguna expedición marítima durante los años noventa del siglo XV. No hay ningún documento que hable de dinero referente a naves, pilotos, tripulaciones o expediciones de ninguna clase.

“Desgraciadamente, es imposible repasar el libro de cuentas de la tesorería catalana, dado que ha desaparecido. En cambio, otras fuentes contemporáneas catalanas hablan que se estaban destinando miles de ducados para pagar naves y tripulaciones durante todo aquel periodo.”

El triunfo de la empresa marítima

Cristóbal Colón fue recibido con todos los honores por los monarcas católicos en el Palacio Real de Barcelona, el 3 de abril de 1493, después de haber completado el primer viaje transoceánico. Las crónicas contemporáneas explican que la audiencia tuvo un grandísimo eco, y reunió un montón de curiosos venidos de todas partes.

Colón había conseguido encontrar el continente perdido del cual hablaban infinidad de textos antiguos: las tierras existentes en el otro lado del Atlántico “y que desde el hundimiento de la Atlántida habían quedado incomunicadas”. Y como prueba de este descubrimiento —de este “Nuevo Mundo”— presentó ante los reyes y a las altas instancias del reino, los indígenas, animales, metales y plantas que habían llevado. Pruebas fehacientes que demostraban que venían de unas tierras hasta entonces desconocidas.

De hecho, en las Capitulaciones de Santa Fe queda escrito que la empresa se compromete a descubrir unos territorios “que están en dirección a las Indias”. Como que entonces no había ningún referente geográfico para ilustrar una expedición que tenía como objetivo ir al otro lado del Atlántico, se utilizó el referente geográfico de las Indias y China del Gran Kan. Ambos casos, ampliamente descritos por los Viajes de Marco Polo, de finales del siglo XIII.

Cómo constatan los documentos oficiales de los primeros viajes colombinos, los topónimos empleados para designar los “nuevos lugares” serán: la Florida, la isla Montserrat, la región de Valençuela, la isla Margalida o la Jamaïca. Será a partir de la expulsión de Colón de todas sus posesiones americanas y el cambio de la política de la Corona —a mediados de siglo XVI— que empezarán a aparecer los topónimos castellanos.

 

Los litigios a raíz del descubrimiento de la empresa marítima

Cuando Colón volvió de su primer viaje, los reyes le confirmaron todos los poderes estipulados en las Capitulaciones de Santa Fe. Pero al volver de la segunda expedición, la monarquía se dio cuenta de que las tierras descubiertas no eran cuatro islas perdidas, sino que se trataba realmente de tierra firme. Esta percepción provocó que la monarquía se replanteara los poderes otorgados a Colón.

El problema jurídico con el que se topó la monarquía era grave. ¡Eran conscientes que habían aceptado y firmado unas capitulaciones, en las cuales se permitía el nacimiento de una nueva dinastía instalada en un Nuevo Mundo y dónde Colón acontecería el virrey vitalicio, además de ser un título hereditario!

Conocedores de esta problemática y en ausencia del afectado —puesto que se encontraba en expedición— el rey Fernando cambiaría las reglas del juego. La reforma virreinal de 1493 comportó una limitación del poder del virrey, el cual quedaría subyugado al poder del rey y la posibilidad de destituirlo siempre que se demostrara traición a la Corona. En 1500, Francisco de Bobadilla acusaría Colón de traicionar a la Corona.

Toda la documentación sobre el proceso contra Colón ha desaparecido. Por fuentes indirectas, se sabe que la Corona requisó toda la documentación que Colón tenía que aportar en defensa propia. Y también se sabe que los informes en que se basaron las acusaciones fueron elaborados por Pere Bertran Margarit y Bernat Boïl.

Y después de todo este montaje, Colón fue liberado pero desposeído de todos los títulos firmados en las capitulaciones. O sea, aconteció un personaje inofensivo para el poder. A partir del siglo XVI, se iniciará un largo periodo de litigios —primero contra Colón y después hacia sus descendentes— para restituir los acuerdos. Durante más de ochenta años, la familia Colón pleiteará contra la monarquía, pero se convertirá una cuestión estéril.

 

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

David Bassa i Jordi Bilbeny: Totes les preguntes sobre Cristòfor Colom. Col·lecció Descoberta, Llibres de l’Índex, 2015.

Jordi Vila: Les Capitulacions colombines de 1492: un document català. 1r Simposi sobre la Descoberta Catalana d’Amèrica, Arenys de Munt, 2001.

Jordi Bilbeny: Cristòfor Colom, príncep de Catalunya, Proa, Col. Perfils, Barcelona, 2006.

Jordi Bilbeny: Inquisició i Decadència: Orígens del genocidi lingüístic i cultural a la Catalunya del segle XVI, Librooks, Barcelona, 2018.

 

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En el siglo XV, Cataluña empezó con el Compromiso de Caspe, una especie de asamblea de notables convocada con el único objetivo de escoger al siguiente rey de la Corona Catalana-Aragonesa. La muerte de Martí l sin descendencia legítima y sin haber nombrado oficialmente sucesor al candidato natural Jaume de Urgell, dio mucha fuerza a la candidatura de Fernando de Antequera, regente de Castilla. Y todo esto, ¿qué relación existe con el descubrimiento de América?

 

A finales del siglo XIII, cesó abruptamente el proceso expansivo que de forma sostenida había afectado a toda Europa durante los dos siglos anteriores. Era el primer síntoma del agotamiento del sistema feudal. Desde entonces, las grandes hambrunas y epidemias de los siglos XIV y XV, pondrían en evidencia los fuertes desequilibrios de un sistema ya obsoleto.

La crisis generalizada del feudalismo afectó a todas las estructuras materiales, sociales y mentales. Hambrunas y epidemias determinaron reajustes de los sistemas de explotación agrarios, cuyo carácter contradictorio fomentó las luchas campesinas y las reacciones señoriales, típicas del período. Las ciudades, beneficiadas al principio por el flojo migratorio campesino, se vieron conmovidas por las tendencias inmovilistas de las oligarquías y los programas democratizadores de amplios sectores sociales urbanos.

Las monarquías europeas se encontraron atrapadas en ese contexto de conflicto. Su autonomía de acción les exigía un más eficaz drenaje de recursos, que superara la vieja malla de derechos feudales, de gestión compleja y de rendimientos inciertos, aunque claramente insuficientes. El concepto, tantas veces repetido, que el rey “debe vivir de lo suyo” constituyó una hábil estratagema para limitar la monarquía, sustrayéndole el control de los recursos financieros.

La desigual textura económica y social de los países que componían la Corona Catalana-Aragonesa determinó cronologías y desarrollos específicos de la crisis. En 1333, “lo mal any primer”, permaneció como símbolo de la crisis agraria catalana, situación extensible en Mallorca; pero Aragón, y también Valencia, experimentaron graves dificultades a raíz de la crisis de las Uniones (1347-48) y de la Guerra de los Dos Pedros (1356-75). La diversidad social e institucional de la Corona impuso contenidos diferenciados en la crisis: el problema de remensa fue una cuestión específica de Cataluña; en Mallorca, el campesinado era de condición libre; y en Aragón y Valencia, los mudéjares constituyeron la masa de los trabajadores en condiciones de servidumbre rigurosa. Por eso mismo, en Cataluña se luchó por la adquisición de derechos económicos y jurídicos. En Mallorca, los foráneos combatieron, al son de “qui deu que pac”, contra la corrupción administrativa generada por la deuda pública y la administración de los impuestos. Y en Aragón y Valencia, no hubo luchas campesinas, salvo anécdotas aisladas, durante los siglos XIV y XV.

“Hambrunas y epidemias determinaron reajustes de los sistemas de explotación agrarios, cuyo carácter contradictorio fomentó las luchas campesinas y las reacciones señoriales.”

El marco político-institucional de la Corona Catalana-Aragonesa

La unión dinástica de Aragón y Cataluña, en 1137, determinó la estructura político-administrativa de la Corona. Tanto Aragón como Cataluña se incorporaron, en esa fecha, como entidades que mantenían íntegras sus disparidades económicas, fiscales e institucionales. Se trataba de una confederación. Las conquistas de Mallorca y Valencia, en el siglo XIII, no quedaron como prolongaciones de Cataluña o Aragón, sino que ambas entidades se sumaron a la Corona en calidad de reinos dotados de autonomía interna. Sicilia, Cerdeña y Nápoles, también con el título de reinos, se incorporaron posteriormente a esta peculiar estructura.

Detrás de esta fachada institucional, sin embargo, Cataluña ejerció la dirección durante buena parte del siglo XIV. El diseño de la expansión mediterránea fue su obra. Mallorca, poblada abrumadoramente por catalanes, fue en algunos aspectos una prolongación del Principado; sin cortes privativas, cuando acudía a las convocatorias generales sus representantes se sumaban a la representación catalana, aunque esporádicamente hiciera valer su condición de reino separado. Durante el siglo XV, Valencia asumió el papel económico de Cataluña, pero no el liderazgo que esta había tenido en la confederación.

La estructura federativa de la Corona y las diferentes circunstancias de la incorporación de territorios determinaron la desigual intensidad de la acción monárquica en cada reino. Resulta evidente la distinción entre los territorios unidos mediante pacto dinástico, Aragón y Cataluña, y los territorios conquistados, Valencia y Baleares. En estos últimos, por norma general, la monarquía opera con menos contribuciones. Ni Mallorca ni Valencia conocieron figuras equiparables a la justicia de Aragón oa la Diputación del General de Cataluña. En Mallorca y Valencia el rey llegó a designar a los cargos rectores de los municipios y los componentes de las asambleas para asegurarse la continuidad del drenaje económico. Por estas razones, Mallorca se dobló a las demandas financieras de la monarquía, en la segunda mitad del siglo XIV, hasta el límite de sus posibilidades. Durante el siglo XV, Valencia tomó su relevo; su contribución a las empresas de Alfons el Magnánimo y, sobre todo, de Fernando el Católico, llevó al municipio junto a la quiebra.

A pesar de la desigual eficacia de la monarquía en la captación de recursos, la acción de la Corona en el terreno legislativo, judicial y financiero estuvo sometida a control. Fue la teoría del pactismo. El principio fue enunciado claramente por Francisco Eiximenis, quien señaló que toda autoridad emanaba de la comunidad, ya que aquella no era sino la síntesis del ejercicio de la ley que, a su vez, era el conjunto de costumbres. El poder real provenía de un contrato tácito entre el monarca y el pueblo, y ambos se obligaban al cumplimiento de la ley. El sistema operaba, en la práctica, de modo que el rey no era proclamado hasta después de haber jurado los fueros o constituciones. Tampoco podía establecer o abolir disposiciones generales sin el conocimiento y consentimiento de las cortes. La aplicación y administración de la ley, es decir, la justicia, estaba limitada por la trama de jurisdicciones feudales de viejo cuño, por el seguimiento realizado por las cortes, y por instituciones como las justicias de Aragón.

En cualquier caso, la gestión ejecutiva de los monarcas quedaba particularmente limitada por la escasez de recursos ordinarios a su disposición. Como en toda monarquía feudal, el rey disponía de un patrimonio privado, formado por monopolios, derechos sobre la actividad agraria y comercial, tasas judiciales y otros ingresos aleatorios. Las crecientes necesidades económicas condujeron a una mejora de la gestión y coordinación financiera, con la creación del maestro racional a finales del siglo XIII. Pero el sistema, pese a sus virtualidades, mostró pronto limitado. El diseño de una política imperialista en el Mediterráneo, duramente combatida por Génova, exigió esfuerzos financieros colosales en relación con las posibilidades que ofrecía el patrimonio real. Este patrimonio estaba adaptado a circunstancias históricas superadas porque tenía una base agraria que lo hacía poco adaptable. Pero su magnitud permitía ciertos márgenes de maniobra, aunque siempre peligrosos, como garantía de préstamos hipotecarios e hipotecas y, en última instancia, la venta de derechos y jurisdicciones.

“Resulta evidente la distinción entre los territorios unidos mediante pacto dinástico, Aragón y Cataluña, y los territorios conquistados, Valencia y Baleares.”

Los Trastámara llegan a la Corona Catalana-Aragonesa

Junto con el tratado de Corbeil (1259), que conllevó la renuncia al predominio catalán en el sur de Francia, posiblemente el Compromiso de Caspe ha sido el segundo gran tema objeto de polémica por la historiografía catalana.

Después de la muerte de Martí el Jove, en 1409, Martí I puso en marcha diversas iniciativas sucesivas: su matrimonio con Margarita de Prades y el nombramiento de Jaume de Urgell como gobernador y lugarteniente general, cargo reservado generalmente a los herederos. Ninguno dio resultado. Ni el rey obtuvo la sucesión deseada, ni Jaime de Urgell supo asegurársela desde su cargo de privilegio. Pocos meses antes de su muerte, el rey intentó todavía una nueva fórmula, que consistía en reunir una asamblea de notables para asesorarle en el tema de la sucesión. La asamblea no llegó a reunirse a causa de la muerte del monarca a finales de 1410. La cuestión sucesoria quedó, pues, abierta.

Después de un dramático interregno, en la primavera de 1412 se reunieron en la villa aragonesa de Caspe los representantes de los parlamentos catalán, valenciano y aragonés para escoger, entre los cuatro candidatos —Fernando de Antequera, Jaume de Urgell, Alfons de Gandia y Federico de Luna—, el nuevo rey de la Confederación. A instancias de los aragoneses y apoyados por el ejército castellano, los mallorquines habían quedado excluidos de la elección con la clara intención de impedir un posible empate. Por tanto, transcurridos tres meses de deliberación, los representantes eligieron a Ferran de Antequera, lo que suponía por primera vez la entronización de una dinastía castellana —los Trastámara— para gobernar la Corona Catalana-Aragonesa.

 

El estallido de la revuelta urgelista

De hecho, la candidatura Trastámara a la Corona Catalana-Aragonesa ya había sido planeada por Enrique III de Castilla —padre de Ferran—, pero sus ambiciones siempre habían topado con la oposición de la nobleza y la sociedad catalana, en general. Una situación que el controvertido Compromiso de Caspe logró dar la vuelta, desquiciando violentamente a Cataluña.

La negativa a no aceptar la resolución de Caspe condujo a buena parte de la sociedad catalana a enfrentarse abiertamente contra el nuevo rey Fernando. De esta forma, estallaron infinidad de revueltas —fundamentadas por las más que evidentes argucias castellanas empleadas en la elección— las cuales fueron encabezadas por el mismo conde de Urgell. Por este motivo, la revuelta (1412-1414) enfrentó a los partidarios de la causa urgelista contra las tropas Trastámara, y derivó en violentos enfrentamientos. Después de casi dos años de sangrientos combates, las tropas castellanas —y aragonesas— impusieron su superioridad, detuvieron al conde de Urgell —como principal instigador— y lo encarcelan a perpetuidad.

Habiendo sofocado las aspiraciones urgelistas, el reinado de Fernando I se caracterizó por no llevar a cabo ni consolidar ninguna acción política concreta. Y al subir al trono su hijo Alfonso el Magnánimo en 1416, la situación se agravó más cuando el rey fomentó un clima de incomunicación, a veces de confrontación, entre el rey y los estamentos catalanes. Además, con el traslado de la Corte a Nápoles, le alejó definitivamente de la realidad de sus reinos ibéricos, lo que contribuyó a la aparición de nuevas revueltas, esta vez protagonizadas por el campesinado, o sea los remensas.

“Después la resolución de Caspe estallaron infinidad de revueltas —fundamentadas por las más que evidentes argucias castellanas empleadas en la elección— las cuales fueron encabezadas por el mismo conde de Urgell.”

La guerra civil catalana

A la muerte del rey Alfonso el Magnánimo en 1458, le sucedió su hermano Juan II, quien se encontró con una oligarquía catalana aún más recelosa contra las políticas del Trastámara, sobre todo en sus prácticas autoritarias. Por este motivo, y de manera progresiva, la oligarquía catalana va decantándose hacia la opción que representaba el príncipe Carlos de Viana —con un talante más dialogante—, que todavía siendo hijo de Juan II, estaba abiertamente enfrentado a él. Las disputas entre padre e hijo fueron acentuándose, lo que acabó con el encarcelamiento del príncipe y, por tanto, la vulneración de los fundamentos de las constituciones catalanas. O al menos, esta fue la excusa por la que la Generalitat se levantó en armas contra el rey Juan II, iniciando así la guerra civil catalana (1462-1472).

Durante el conflicto, la Generalitat intentó desvincular al rey Juan II de la Corona Catalana-Aragonesa, por medio del ofrecimiento de esta, primero a Pere de Portugal, como nieto del conde Jaume de Urgell y que gobernaría hasta su muerte, en 1466; y segundo al duque de Provenza, en Renato de Anjou, el cual aportaría tropas francesas al contencioso bélico. Sin embargo, la victoria se decantó del bando de Juan II, quien prometió un perdón general y fidelidad a las leyes y constituciones catalanas.

Mientras tanto, Juan II había casado a su hijo Fernando con su prima segunda, la infanta Isabel de Castilla en 1469, que cinco años más tarde accedería al trono castellano. Así, a la muerte de Juan II, en 1479, Fernando subió al trono de la Corona Catalana-Aragonesa, lo que supuso la unión dinástica de ambas Coronas, pero no territorial.

La consolidación de la dinastía castellana de los Trastámara en el trono de Cataluña fue acompañada de constantes revueltas y enfrentamientos armados. Esto es importante para entender la desconfianza mutua que se cernía en todas las relaciones entre el rey Fernando el Católico y la oligarquía catalana. En este contexto, debe enmarcarse el regicidio frustrado que, el 7 de diciembre de 1492, sufrió el rey Fernando cuando fue apuñalado por el remensa en Juan de Canyamars en medio de una audiencia pública celebrada en Barcelona. Y fue en esta atmósfera política, la época en la que se fraguó la empresa colombina de descubrimiento.

 

Una familia barcelonesa del siglo XV

La existencia de abundante documentación referente a la familia barcelonesa de los Colom es muy extensa y contrastada. Su álbum familiar lo forman humanistas, diputados, diplomáticos, mercaderes, navegantes, obispos, almirantes, militares, cosmógrafos, bibliófilos y banqueros. Los Colón, de hecho, fueron los fundadores de la Mesa de Cambio, la primera banca moderna de Europa. Es decir, era una familia extremadamente vinculada a la corte real y la fiscalidad.

Según las crónicas, el Descubridor estaba vinculado a las cuatro grandes cortes europeas: la portuguesa, la francesa, la inglesa y española (o sea, la catalana porque España no existía). Se sabe a ciencia cierta que el barcelonés Cristóbal Colón estaba vinculado a los Urgell, que se casó con una Coimbra —Felipa— que le ataba a la corte portuguesa y, de rebote, a la inglesa, porque la familia real de Portugal eran los Lancaster, la dinastía real inglesa, y que tenía entrada en la corte francesa, dado que los Urgell y los Anjou eran parientes.

Todo ello está ampliamente documentado, pero la historiografía oficial no hace caso porque parte de la premisa de que el Descubridor no podía ser catalán. Pero, está claro, que los historiadores han sido incapaces de justificar todas estas vinculaciones reales con el Colombo lanero, inculto y plebeyo. Para ellos, la Corte, en lugar de ser la extensión política de la familia real —como afirman los expertos—, es una especie de beneficencia, donde se acoge cualquier vagabundo, se le mantiene durante siete años y se le pagan los vicios náuticos.

En resumen, la documentación relativa a la familia barcelonesa de los Colón pone de manifiesto la existencia de un personaje muy destacado en la navegación y en el comercio, que emprendió su camino formativo como marinero desde muy jovencito. A través del libro de cuentas de la familia Colón —señal de familia importante— se deduce que navegó por todo el Mediterráneo —desde Barcelona hasta Grecia, pasando por Egipto— y por el Atlántico —desde Groenlandia hasta el África ecuatorial— algo que el Colombo genovés nunca se movió de Génova. Por tanto, es grotesco pensar que un hombre al que los reyes otorgaron los cargos de virrey y almirante mienta sobre su trayectoria, experiencia y tradición familiar.

“Según la historiografía oficial, el Descubridor estaba vinculado a las cuatro grandes cortes europeas: la portuguesa, la francesa, la inglesa y española (o sea, la catalana porque España no existía).”

El último reducto rebelde

El Empordà —siempre favorable a la Generalitat— fue el último reducto de los catalanes fieles a Renato de Anjou, a la hora de rendirse ante las tropas del rey Juan II Sin Fe. De hecho, se convirtió en un importante foco en el que acabó viviendo una parte de la oligarquía catalana —contrarios en los Trastámara—, conjuntamente con un contingente de tropas francesas y un considerable puñado de corsarios portugueses, venidos durante la época de Pedro de Portugal. Y entre aquellos “rebeldes” se encuentran los Yanes o Yáñez Pinzón —uno de ellos, capitán del castillo de Palau-saverdera— o Pero Vascos de Saavedra, firmante del documento de rendición —firmado en Peralada— del que las crónicas hablan como “que era alcalde de la villa y fortaleza de Palos”. No hace falta recordar que el Palos andaluz nunca tuvo murallas.

Además, será el propio Descubridor quien, a través de una carta dirigida a Don Fernando el Católico, le explicará que con anterioridad había dirigido una operación naval, cerca de Marsella, a las órdenes del rey Renato de Anjou, cuando este fue proclamado rey por Generalitat en 1466. Así mismo, también aprovechará para describir con gran detalle otras batallas navales y hechos históricos que ocurrieron durante la guerra civil catalana.

Sin embargo, terminada la guerra, el rey Juan II Sin Fe exigió a todos los pueblos rebeldes, el pago de una multa como compensación por la traición a los Trastámara. Por este motivo, existe infinidad de documentos que hablan de estos pagos de multas o las reclamaciones de estas. Por tanto, también encaja con las referencias históricas que explican que “esta villa de Palos, como tenía un fuerte deudo por sus acciones contrarias a la Corona…” haga referencia al Pals ampurdanés.

Y aún resulta más evidente que durante las negociaciones con la monarquía para materializar la empresa de descubrimiento, el Descubridor pidiera explícitamente a los monarcas que permitiera que “Palos salde su deudo con la Corona ofreciendo hombres para la expedición” y cuando la reina Isabel responda lo haga con este modo: “la reina y señora de Palos confirma que la deuda que teníais con nosotros, queda redimida, pero lo tendrás que pagar con hombres”.

Por último, cuando se redacten las Capitulaciones de Santa Fe, esta cláusula quedará escrita en la forma y en el contenido entero. De este modo, el Descubridor se aseguraba que los Reyes Católicos no aprovecharían su marcha para prestarles las propiedades, como revancha por su rebelión. La desconfianza que demuestra esta cláusula solo se entiende en un contexto de enfrentamiento y desconfianza política, como el que se había vivido en Cataluña con los Trastámara.

¿Y qué habría pasado si Colom hubiera podido ejecutar las cláusulas contenidas dentro de las Capitulaciones de Santa Fe? ¡Nunca lo sabremos! Pero sí sabemos que sin saberlo, los Reyes Católicos habían firmado un contrato —las Capitulaciones— con el Descubridor que permitiría el nacimiento de una nueva dinastía real, ya que las Indias se convertirían en un nuevo reino y Colom sería el virrey vitalicio. Y, además, el cargo sería hereditario.

Tal y como explica la crónica del Padre Casas, el oro que llegó del segundo viaje de Colón fue requisado íntegramente por los oficiales y aduaneros del reino, lo que permitió sufragar la campaña de recuperación de la Cerdanya y el Rosellón cuyos territorios habían sido empeñados por Juan II para financiar la guerra civil contra la Generalidad. Pero lo más preocupante sucederá en el transcurso del tercer viaje, cuando Francisco de Bobadilla —con amplios poderes para juzgar al Almirante— confiscará la totalidad de su mercancía, argumentando que no se habían enviado todas las riquezas promesas a la Corona. De esta manera empezó una auténtica campaña de desprestigio público que acabaría con la detención de Colom.

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Como ya había sucedido con la resolución de pasados conflictos bélicos, el encuentro entre los vencedores de la Segunda Guerra Mundial en la ciudad alemana de Potsdam el verano de 1945 volvió a dividir al mundo en dos bloques. Las grandes potencias occidentales pusieron en práctica un nuevo modelo económico que les permitiría imponer su preeminencia por encima de otros países.

 

Dos modelos políticos, sociales y económicos —en principio antagónicos— que durante décadas se enfrentarían varias veces en pequeños conflictos armados, de baja intensidad y que acontecerían la gran palanca de crecimiento económico para el mundo occidental.

Pero la Conferencia de Potsdam también constató que el capitalismo industrial —iniciado a finales del siglo XVIII— era un modelo económico agotado. Los más de sesenta millones de muertes a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, obligaba a las antiguas monarquías europeas —ahora evolucionadas a democracias occidentales— a adoptar formas mucho más sibilinas de conseguir sus objetivos económicos. Por lo tanto, la nueva estrategia extractiva tenía que ser menos catastrófica y más efectiva. Por este motivo, el nuevo modelo económico que se irá desplegando progresivamente ya no implicará tener que ocupar un territorio físicamente, sino que será suficiente controlar las élites locales.

Con esta nueva estrategia, los Estados Unidos, como grandes vencedores y sustentados por una potente maquinaria militar, serán capaces de desplazar el centro económico mundial —de Europa a Norteamérica— por medio de la imposición de su moneda, la presión financiera ejercida por sus bancos, y con la creación de una dependencia tecnológica a escala global. Por lo tanto, la implantación de sus más que conocidas multinacionales —Amazon, Nike, Coca-Cola, Pepsi, Apple, McDonald, Disney o HP, entre otras— les permitirá conquistar directamente o indirectamente a la casi totalidad del mundo. El entretenimiento, principalmente el cine y los grandes eventos deportivos como los Juegos Olímpicos, la Super Bowl o Mundiales de Fútbol, serán las verdaderas armas de subyugación mental y material que posibilitarán extender el sueño norteamericano a todo el mundo.

Los Estados Unidos serán capaces de desplazar el centro económico mundial —de Europa a Norteamérica— por medio de la imposición de su moneda, la presión financiera ejercida por sus bancos, y con la creación de una dependencia tecnológica a escala global.

La paz social, base de la nueva eficiencia económica

Todo empezó la primavera del 1951 en Montreal, cuando representantes de diferentes agencias de inteligencia occidentales se reunieron en secreto con profesores universitarios de psiquiatría en el hotel Ritz-Carlton de la ciudad canadiense. Del resultado de aquella reunión se sabe, por documentos desclasificados, que el ejército norteamericano invirtió una gran cantidad de dinero en la Universidad McGill de Montreal para investigar sobre el aislamiento sensorial.

La investigación fue iniciada por el Dr. Donald Olding Hebb, quien acabaría abandonando el proyecto al darse cuenta de la magnitud de la tragedia, y finalizada por el Dr. Donald Ewen Cameron, el cual la llevaría hasta un nivel superior. Cameron llegó a experimentar con un gran número de pacientes que fueron sometidos a una multitud de sesiones de electrochoques, combinadas con curas de sueño y una constante repetición de mensajes grabados hasta la extenuación mental.

El estudio constató que el aislamiento sensorial no deja de ser una manera de generar una monotonía extrema que acababa provocando una reducción de la capacidad de pensamiento crítico a través de la confusión de la mente del individuo. Por lo tanto, cuando una persona no es capaz de razonar… ¡Mal asunto!

Los resultados de todos estos experimentos permitirán a las agencias de inteligencia occidental diseñar mecanismos de control sobre su propia población con el objetivo de garantizar la estabilidad social dentro de las democracias. En consecuencia, se repetirá hasta la saciedad la idea de libertad de expresión, libertad de prensa y el derecho a la propiedad privada, base fundamental del libre mercado. Y a fin de garantizar la eficiencia económica, se hará de la competencia un instrumento para impulsar el crecimiento económico, constando con la premisa que “si la empresa del lado tiene mejores productos y más ventas que yo, como consecuencia, tendré que desarrollar mejores ideas para ser mejor que mi competencia.”

Y otra cuestión no menor en cuanto a los estudios sobre el aislamiento sensorial, es que permitirán a las agencias de inteligencia occidentales elaborar manuales de interrogatorio —como el famoso manual KUBARK del ejército de los EE. UU. y de la CIA— los cuales se pondrán en práctica contra los disidentes del sistema, tanto internos como externos, a los postulados occidentales.

La gestión del miedo

El avance tecnológico que supuso la Segunda Guerra Mundial llevaría la humanidad a salir al espacio exterior —a la Luna y más allá— pero también supuso el desarrollo de la bomba atómica como arma de destrucción global. Esta será empleada como instrumento de presión política que todavía hoy persiste.

Los cinco países principales que fabrican armas en el mundo —Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Rusia y China— son los que tienen nuestra paz a su cargo. Hacen el negocio de la guerra, pero venden la paz, sobre todo a través de los medios de información al servicio de los poderes hegemónicos occidentales que hacen un examen de democracia a cada país. Son grandes medios de comunicación que confunden la libertad de expresión con la libertad de presión y deciden quién es un dictador o un golpista, que curiosamente tiene la “mala costumbre” de hacer votar a la gente para saber qué piensan sobre aquella política u otra cuestión que los pueda afectar. Y aquellos medios que no siguen estas directrices son clausurados o llevados a los confines del sistema. ¡Los medios muestran una realidad que muchas veces no existe a fin de sugestionar, incomunicarnos y enfrentarnos entre nosotros!

Países como los Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Rusia y China— son los que tienen nuestra paz a su cargo. Hacen el negocio de la guerra, pero venden la paz, sobre todo a través de los grandes medios de información al servicio de los poderes hegemónicos occidentales que hacen un examen de democracia a cada país.

La terapia de choque económico

Como todo el mundo sabe, el crac del 1929 en Wall Street desencadenó la Gran Depresión de los años treinta. Hasta el 1932, unos 5.096 bancos se declararon en suspensión de pagos. Su derrumbamiento arrastró muchas empresas a la quiebra, las cuales veían como se acumulaban los stocks de mercancías, y comportó un importante descenso de los precios, especialmente en el sector agrario. Finalmente, el descenso de la actividad económica provocó un aumento desbocado de la desocupación.

Influenciado por el economista John M. Keynes, el recientemente proclamado presidente de los Estados Unidos, F. D. Roosevelt, puso en marcha un importante programa de ocupación pública para que la gente pudiera volver a trabajar: la política conocida como New Deal. Pero no será hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando finalizará la depresión, gracias en gran parte a la implantación del famoso plan Marshall, el cual generalizará el modelo regulador e intervencionista de Keynes a la mayoría de los territorios occidentales.

Contrario a los postulados de Keynes, encontramos ya a finales de los años cuarenta del siglo XX, un reducido grupo de intelectuales —conocidos con el nombre de la Sociedad Mont Pelerin y dirigidos por el economista austríaco Friedrich August von Hayek— los cuales estaban convencidos de que si los gobiernos dejaban de prestar servicios y de regular los mercados, los problemas de la economía mundial se resolverían solos. Uno de sus máximos representantes y profesor de economía en la Universidad de Chicago, Milton Friedman, creía que a través de una terapia de choque económico impulsaría a las sociedades a aceptar un capitalismo más puro y desregulado.

Ciertamente, las tesis de la doctrina del choque se han acabado imponiendo en todo el mundo en diferentes procesos. Estas medidas radicales han triunfado no tanto de la mano de la libertad y la democracia, como de su imposición gracias a choques, crisis y estados de emergencia. Por lo tanto, lejos de endulzar el papel de los Estados Unidos a la hora de convertirse en un país hegemónico a escala mundial, su capacidad de controlar el mundo se debe a las sanciones, restricciones, bloqueos, congelaciones, confiscaciones o la intervención militar.

Y por encima de todo, ha sido esencial el papel que ha jugado la creación de una burocracia internacional específica, generada estrictamente por no depender de las Naciones Unidas y, por lo tanto, por estar exenta de cualquier control directo que pueda molestar a la comunidad internacional. Estos organismos supranacionales —Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio y Fondo Monetario Internacional— han ejecutado milimétricamente todas estas terapias de choque económico en todo el mundo, combinando la presión política con la extorsión. ¡Y no faltan ejemplos!

En Milton Friedman creía que a través de una terapia de choque económico impulsaría a las sociedades a aceptar un capitalismo más puro y desregulado.

Un sistema necesitado de gánsteres económicos

En 2004, el norteamericano John Perkins —un antiguo trabajador de la consultora americana CHA Consulting, Inc.— publicó un interesante libro titulado Confessions of an Economic Hit Man”, en el cual explica con todo tipo de detalles como participó en diferentes procesos de colonización económica de los países del Tercer Mundo, especialmente en el continente sudamericano, durante los años ochenta.

Perkins, como economista en jefe de CHA Consulting, tenía la tarea de identificar países con recursos naturales que interesaban a los clientes —mayoritariamente corporaciones— que representaba su consultora.

Una vez identificados, la siguiente fase consistía en enviar un “pequeño ejército de chacales” hacia el país en cuestión para prometerles que, con la venta de sus recursos, el país lograría el estándar occidental, en cuanto a bienestar social y estabilidad económica. Y finalmente, se obligaba al país a solicitar un gran préstamo —a través del Banco Mundial u otras organizaciones vinculadas— justificado ante la opinión pública como parte del acuerdo y por el hecho de no disponer ni de la tecnología ni de la infraestructura necesaria para extraer, producir o manufacturar el recurso natural.

Pero esta cantidad de dinero no llegaba nunca al país en cuestión, puesto que salía del Banco Mundial —con sede a Washington— y se desviaba a una cuenta en Houston, Texas o San Francisco, donde curiosamente el titular era una empresa que trabajaba para la consultora, y que estaba especializada en la construcción de la infraestructura necesaria para extraer, producir o manufacturar el recurso natural.

Por lo tanto, el dinero servía para pagar los gastos de las obras —centrales eléctricas, carreteras, parques industriales, puertos— que al final solo generaban grandes beneficios para las empresas adjudicatarias. Cierto es que, en menor grado, también acababan enriqueciendo a una minoría local que poseían las industrias básicas o los establecimientos comerciales, pero en detrimento de la mayoría. Por lo tanto, al final del proceso todos los recursos económicos del país destinados a la sanidad, educación u otros servicios públicos servían para pagar aquellos préstamos. Tal como explica John Perkins, el hecho de conocer ‘a prioiri’ la incapacidad del país para devolver los préstamos era una parte importante para ejecutar el plan.

De este modo, el sistema ha permitido que corporaciones occidentales u organismos supranacionales —Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio y Fondo Monetario Internacional— acaben creando un tipo de imperio paralelo que controla amplias zonas del planeta: las llamadas “zonas de influencia”. Es por este motivo, que las democracias occidentales tienen la capacidad de decir a uno de estos países “influenciados voluntariamente” que si no puede pagar sus préstamos, siempre puede venderse la explotación de sus recursos… eso sí, sin la obligación de un compromiso social o medioambiental; o que tiene que permitir la construcción de una base militar en su territorio, o que tiene que votar contra determinados países considerados “enemigos” al siguiente encuentro de las Naciones Unidas.

Cuando el presidente de uno de estos países no acepta, la mayor parte de las veces se acaba interviniendo o derrocando el gobierno. El proceso se inicia con una fuerte campaña de desprestigio nacional e internacional, se crean noticias falsas de todo tipo para condicionar la opinión pública y, al final —en favor de la democracia—, se ejecuta el golpe de estado totalmente justificado. Y si la cosa no sale bien, se le acababa asesinando. La historia contemporánea está llena de ejemplos: Mossadeq en Irán (1953), Ngô Đình Diệm en el Vietnam (1955), Lumumba en el Congo (1960) o Allende en Chile (1973). Y más recientemente, las presiones de todo tipo que han tenido que soportar Lula da Silva para frenar la deforestación de la Amazonia brasileña, Maduro para nacionalizar el petróleo venezolano o Petro por la descarbonización de la economía Colombiana.

La economía de la muerte

En 2009, en plena recesión global, el psicólogo inglés Oliver James publicó el libro “The Selfish Capitalist”, el cual concluye que detrás de las enfermedades mentales de la sociedad occidental actual, se esconde el capitalismo practicado los últimos cincuenta años. Simplificando mucho, la tesis del libro expone como la economía neoliberal anglosajona ha empujado a los individuos a querer tener cada vez más y más coches, teléfonos móviles, ropa, dinero… y todo ello ha desembocado en una insatisfacción permanente del individuo. Basándose en un estudio publicado por la Organización Mundial de la Salud en el año 2004, concluye que las enfermedades mentales afectan a casi un 23% de la población del mundo anglosajón y a un 11,5% del resto de los países europeos, dado que entraron más tarde en la rueda neoliberal.

Por ejemplo, en los Estados Unidos, el número de jóvenes estudiantes con una deuda descomunal va en aumento, del mismo modo que hay un número brutal de gente endeudada por tratamientos sanitarios, por tarjetas de crédito o por hipotecas. Por lo tanto, este sistema que se diseñó para explotar a los países denominados “en vías de desarrollo”, ahora se ha vuelto en contra de occidente.

Por otro lado, la economía neoliberal ha buscado maximizar los beneficios a corto plazo sin tener en cuenta el coste social y el impacto medioambiental. Y en este aspecto, los neoliberales como Friedman se equivocaron: más allá del corto plazo, hay que incrementar los beneficios a largo plazo, de este modo saldremos todos ganando. Si nos guiamos por el propósito de pagar una tasa de rendimiento decente a los inversores que invierten, podremos empezar a cambiar el modelo.

Según el último informe del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), el gasto militar mundial total aumentó un 3,7% en términos reales en el 2022, hasta lograr un nuevo máximo histórico de 2,24 billones de dólares. Si gran parte de este dinero se destinara a pagar a las mismas empresas que obtienen estos contratos millonarios, pero en vez de pagar para fabricar misiles, se hiciera para recoger todos los plásticos de los océanos, recuperar los medios naturales destruidos, limpiar los vertidos de residuos de los océanos… el planeta saldría ganando. Y en este proceso, las nuevas tecnologías nos pueden ayudar a hacerlo posible.

Este sistema, que se diseñó para explotar a los países denominados “en vías de desarrollo”, ahora se ha vuelto en contra de occidente.

La multipolaridad

Este sistema ha funcionado mientras los ganadores han sido los Estados Unidos, puesto que permitía que sus aliados se llevaran un trozo del pastel con la condición de que apoyaran su política internacional o facilitaran el acceso de sus empresas a sus mercados. Los Estados Unidos han sido capaces de compartir el pastel con todos aquellos que se alinearan, pero no con aquellos que estuvieran dispuestos a disputarle sus intereses económicos.

Llegados aquí, entramos en una nueva era donde la distribución del poder político, militar y financiero ya no recaerá en un solo país. En pocas palabras, el mundo dejará de bailar al tono de una sola música. De hecho, ya hemos empezado a bailar al tono de la música oriental, bajo ritmos de la balalaica, combinada con un poco de samba, unos toques de Indi-pop y una pincelada de mbaqanga.

 

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