El huracán de las calamidades
La crisis energética, una inflación desbocada, una deuda pública de récord y el aviso del Fondo Monetario Internacional que las perspectivas de la economía global empeoran ante la inminente recesión, hacen caer el índice del clima económico mundial al nivel más bajo en 20 años.
No tiene ningún mérito anunciar que la economía mundial está en crisis, cuando no es ninguna novedad para una población que está sufriendo en su día a día los efectos de las crecientes turbulencias económicas que nos acompañan desde hace tres años. Un panorama desolador que puede dejar en números rojos nuestra cuenta corriente, pero también nuestro bienestar emocional.
Lo que todo el mundo se pregunta es: ¿cuándo saldremos de la crisis? Pero hoy por hoy, ninguno de los organismos de investigación económica o directivos de instituciones financieras parece saberlo. Los analistas y políticos que hacían previsiones sobre una inflación floja y puntual que duraría unos pocos meses, pero que se ha disparado y parece interminable, echan pelotas fuera o continúan moviendo las fechas de la recuperación hasta igualar las de los pronósticos más pesimistas y considerados inverosímiles solo un año atrás.
Ante un aumento de precios sin freno que continúa reduciendo el poder adquisitivo de la población, controlar la inflación tendría que ser la primera prioridad de los responsables políticos. El endurecimiento de la política monetaria vendrá acompañada, inevitablemente, de costes económicos y sociales reales, pero su retraso no hará sino agraviarlos, como ya ha pasado anteriormente.
Al borde del abismo
Las principales economías europeas no solo tienen que hacer frente a una inflación superior a la esperada, sino que se enfrentan a una posible interrupción total de las importaciones de gas ruso, bien por la presión de Washington a Europa o por represalia rusa a las sanciones económicas, que tendría como consecuencia que las medidas para reducir la subida de precios acontecieran del todo insuficientes.
Por otro lado, los Estados Unidos han registrado un crecimiento negativo durante dos trimestres consecutivos y están técnicamente en recesión, a pesar de la fortaleza del mercado laboral y una inflación que ha bajado ligeramente gracias a la reducción del precio de la gasolina. Aun así, el anémico crecimiento a principios de año, junto con la reducción del poder adquisitivo de los hogares y el endurecimiento de la política monetaria, continúan impulsando revisiones a la baja sobre el futuro de la economía estadounidense.
Las previsiones de crecimiento del bloque asiático, especialmente por parte de la India y la China, son más optimistas. Aun así, la crisis del sector inmobiliario chino, junto con la política de covid cero que paraliza el consumo y perpetúa la ralentización de las cadenas de producción y logística, amenazan el crecimiento del gigante asiático.
Un contexto económico que hace prever que el mundo puede estar pronto al borde de una recesión global, que aumentaría el riesgo de fragmentación geoeconómica en perjuicio de los países más pobres, que no se pueden permitir dar un apoyo fiscal específico para ayudar a amortiguar el impacto de la crisis en sus poblaciones.
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gràcies
Gràcies a tu, Joan!!!
Ho anirem veient poc a poc
Això segur, i esperem que no sigui de cop!
El desenllaç de tot plegat no és gens esperançador.
No gens, Manel. Vaques magres.
Cada vegada més males notícies!! Això no té aturador
Ja ho pots ben dir, Laura. Ho haurem de barrejar amb alguna bona notícia perquè si no això és molt depriment.